julio 31, 2007

Corrupción y anticorrupción en Venezuela

Uno de los objetivos fundamentales de ProMedio es el de delimitar y discutir aquellos temas donde la sociedad venezolana pueda llegar a un consenso que permita formular soluciones integrales con la participación de todos los sectores. Como un primer paso en esta dirección, hacemos una breve reflexión sobre la corrupción, problemática que salpica a moros y cristianos, y sobre las políticas que se han efectuado en Venezuela para reducirla. Intentamos hacer un breve abordaje del problema, desde un enfoque concentrado en el flagelo dentro del poder público, así como de los aciertos y desaciertos que han comportado las medidas para controlarlo.

Ante todo, hay que entender la corrupción como un fenómeno complejo y multicausal. Efectivamente hay diversas modalidades (política, administrativa, económica), pero todas derivan de un conflicto ético relacionado con la deshonestidad. Es una maximización de los intereses particulares en desmedro del bienestar colectivo. Para combatirlo, es menester empezar a concebir la dimensión social del problema. Ciertamente, constituye una amenaza al sistema democrático; y lo es en la medida en que erosiona la credibilidad del propio sistema y de su institucionalidad.

Desde luego que la corrupción no es tema nuevo en nuestra historia republicana, y también es un constructo profundamente arraigado en la simbología sociocultural venezolana. Tulio Bruni Celli comentaba que “como consecuencia de la impunidad de que han gozado y gozan los corruptos en Venezuela, se ha creado por la fuerza del mal ejemplo y de las circunstancias, no sólo una generalizada indiferencia frente a los delitos contra los dineros públicos, sino todavía algo peor: se ha llevado a la exaltación, a la veneración y hasta al aplauso social a quienes cínicamente exhiben y alardean de sus fortunas mal habidas”. En el siglo XIX, Bolívar lo advertía, llegando incluso a establecer la pena de muerte a quienes se atrevieran a lesionar el tesoro nacional, por lo que puso su empeño en la configuración de un Poder Moral. El siglo XX, bastante más flexible, pudo conocer de cerca los más altos niveles de corrupción tanto en sus gobiernos dictatoriales como en algunos de los regímenes democráticos. Y el camino andado del siglo XXI no ha sido la excepción. Hoy hay mucho dinero circulante y la corrupción ha encontrado acomodo en su “prima-hermana”: la burocracia. La proliferación de ministerios, institutos y oficinas dificulta la detección de irregularidades en medio de un Estado que ha devenido en una instancia poliédrica, multiforme y harto difícil de domesticar.

El actual gobierno está emprendiendo algunas medidas para la reducción de la corrupción. En el plano normativo, nuestros legisladores sancionaron en el 2003 la Ley contra la corrupción(en sustitución de la vieja Ley de Salvaguarda del Patrimonio Público). En el plano ejecutivo las acciones de vigilancia y control han quedado, principalmente, en manos de la Contraloría General de la República, la Fiscalía General de la República, la Comisión Permanente de Contraloría de la Asamblea Nacional y la contraloría social. Cabe destacar que en este último punto la organización no gubernamental Transparencia Venezuela ha trabajado conjuntamente con el Estado, particularmente en el área de promoción y capacitación y, especialmente, en la evaluación de gestiones del poder municipal.

La contraloría social ha sido, entonces, el pilar fundamental de la actual política anticorrupción. Consiste en la organización comunitaria mediante la promoción de la ética pública y del principio de corresponsabilidad. Bajo esas premisas, se han organizado comités encargados de la fiscalización del patrimonio público y de la canalización de las denuncias. Estos comités están llamados a hacer frente a la corrupción y a la burocracia que la permite. En nuestra opinión, consideramos que sería muy útil que estos estrecharan vínculos con los Consejos Comunales.

Por medio de la contraloría social es que, en muchos casos, los órganos de control han asignado responsabilidades políticas y administrativas a funcionarios públicos. La sociedad ha elevado sus denuncias, especialmente ante la Asamblea Nacional y la Contraloría General, agilizando y facilitando los procesos. Esto le ha permitido al Estado tomar acciones en casos como los de Fondafa, el Complejo Agroindustrial Azucarero Ezequiel Zamora, y más recientemente, Pdvsa, gobernación de Amazonas y alcaldías de municipios de Delta Amacuro (Pedernales y Tucupita).

Aún hay corrupción impune porque, a pesar de los avances en materia de participación ciudadana, todavía perviven el modelo burocrático y remanentes de la cultura de “aplauso social”. Si bien ahora hay un aparato jurídico importante, las probabilidades de su aplicación siguen siendo menores que las probabilidades de impunidad, y los organismos del Poder Ciudadano siguen teniendo ascendencia limitada en la ciudadanía. Algunos líderes del gobierno bolivariano han señalado que la revolución y la corrupción no son compatibles. Indiscutiblemente que no es revolucionario permitir (menos aún aupar) la corrupción. Hace falta más disciplina y rigurosidad en la determinación de responsabilidades y sanciones, pero no hay que olvidar que combatir la corrupción es una empresa de largo aliento.

julio 20, 2007

¿Autonomía para esto?

A continuación, ProMedio presenta un texto escrito por Guido Nuñez, estudiante de Biología en la Universidad de Los Andes, quien ha escrito varias cositas en torno a su carrera, y particularmente en torno al tema político. Algunos de sus textos han sido publicados en El Nacional, y otros los ha colocado en su blog La Ira desde el Tercer Mundo.

Guido nos trae una postura contraria a la defensa de la Autonomía en las universidades, citando ejemplos derivados de sus vivencias dentro de la ULA. Algunas de estas situaciones pueden extrapolarse a la UCV y otras universidades del país.

Como siempre, esperamos su participación en los comentarios, y los instamos a que como Guido, envíen también sus textos a promedio.ecs@gmail.com para publicarlos y seguir debatiendo los temas que nos interesan.

¿Autonomía para esto?

El debate político venezolano ha bajado de las alturas de lo que debe ser la buena argumentación para caer en lo más chabacano y maniqueo. No es sorpresa alguna que la discusión acerca de la Autonomía Universitaria se de en términos de Sí-No, sin más argumentos al respecto que las posiciones políticas y la retórica vacía.

La base de una universidad autónoma debe ser la eficiencia junto a la autocrítica, lo cual brilla por su ausencia en la ULA. Para muestra un botón: He enfermado de gravedad y hecho uso de mi seguro médico estudiantil. Para mi sorpresa, dicho seguro no incluye los exámenes de sangre más básicos, que cuestan alrededor de Bs. 80.000 en laboratorios de la ULA, y las citas con el especialista no están disponibles hasta Septiembre. Mientras esto ocurre, el Rector posee a su disposición vehículos de más de 100 millones y por doquier pululan construcciones faraónicas e innecesarias, amén del alcohol para brindis, mientras una escultura de Cruz Diez literalmente se cae a pedazos frente a nosotros.

Es indignante ver la escala de prioridades de las autoridades universitarias. Mientras un preparador gana Bs. 120.000, un atleta puede ganar hasta Bs. 300.000. Y yo pensando que la misión de la Universidad era transmitir el Conocimiento. Adicionalmente, muchos preparadores tenemos un riesgo ocupacional debido a las sustancias con las que trabajamos. En el caso de una intoxicación, nuestro exiguo sueldo iría a pagar los exámenes que la Universidad no cubre, pero que pueden conseguirse a menor precio en laboratorios privados.

Esa no es la autonomía que yo defiendo. Esa "autonomía" no es sino otro síntoma de la descomposición del país, de que el problema no es sólo Chávez sino los responsables de esto, además de quienes callamos y quienes se levantan para defender más que la autonomía, la emisión de un cheque en blanco. La autonomía no debe ser una patente de Corso para quienes dirigen las universidades, es necesario un debate profundo y quizás una intervención sin ningún tinte político, cosa muy improbable en los tiempos que corren.

julio 03, 2007

Irrenunciable Autonomía

Es una imprudencia encarnar movimientos históricos sin considerar sus contextos. El mayor logro del manifiesto proclamado hace casi un siglo por los estudiantes de la Universidad de Córdoba fue precisamente la génesis de una noción latinoamericana de Autonomía Universitaria para las casas de estudio de nuestro continente. En ese sentido, quienes defendemos la autonomía de las pretensiones intervencionistas, también enarbolamos la misma bandera.

Ciertamente, en nombre de la autonomía son muchas las cosas que se hacen y se dejan de hacer. Es cierto que bajo el mismo marco autonómico nuestra UCV tiene fallas estructurales muy graves: hay burocracia, profesores mediocres, abusos de poder, crisis de representatividad. Sin embargo, todos esos problemas hay que resolverlos aquí adentro. Pedir intervención es un irrespeto a una institución que tiene casi 300 años. Es una ofensa a la gente valiosa que hay y hubo en la Universidad; a los líderes estudiantiles de izquierda que pudieron sobrevivir a la rabiosa persecución de algunos gobiernos; es una traición a Vargas, a De Venanzi, a Bianco, y al mismísimo Bolívar.

También es cierto que la Universidad ha perdido algunos espacios de la vida nacional. Ha perdido vínculos con los barrios. Pero afirmar que la Universidad está de espaldas al país es una aseveración fútil y ruidosamente insensata. O acaso ¿a quién atienden los profesionales que egresan de nuestras casas de estudio?… Sin duda, hay mucho por hacer, recuperar y mejorar, pero la Universidad, aun con sus fallas, está al servicio de la nación, que no al servicio de ningún gobierno, por más revolucionario que se autoproclame.

¿Realmente creen que nos preguntan si somos hijos de burgueses o de obreros al momento de admitirnos en la UCV? Ninguna política de ingreso es absolutamente justa. Negarlo es caer en el juego demagógico o en la inagotable discusión de lucha de clases. Los parámetros no son socioeconómicos. Tienen más que ver con las capacidades intelectuales que con el linaje plebeyo o patricio que tengamos los aspirantes a gozar del privilegio – sí, es un privilegio- de servir al pueblo a través del estudio.

julio 02, 2007

Ni tan CEECS

Hay momentos en la vida en los que debemos detenernos, mirar hacia atrás y ver las cosas que hemos hecho, compararlas con el hoy y evaluar si siguen siendo consecuentes con las ideas que dieron origen a nuestro recorrido. Hoy, nuestro Centro de Estudiantes debería hacer este ejercicio, pero como sabemos que andan ocupados en temas más Universales, nosotros desde una posición humilde (la de haberles dado nuestro voto), vamos a ayudarlos a hacerlo.

En
las últimas elecciones que hubo en nuestra Escuela, un grupo de estudiantes cuyos nombres prometían grandes hazañas, al menos grandes voluntades para lograrlas, decidieron lanzarse a la aventura de inscribir una plancha para representar a los estudiantes, mediante una figura que no había sido tan efectiva en los años anteriores y que por demás estaba desprestigiada. Ricardo Andrade, Samuel Ferreira, Frank Calviño y Luis Bermúdez eran nombres conocidos que tenían la intención, suponemos, de renovar la representación estudiantil en la Escuela. Este grupo decidió recibir en sus filas, como candidato a la Secretaría General, a Carlos Julio Rojas –nombre poco familiar, en ese momento, a los oídos del estudiantado- y llamaron “Unidad Comunicación” al grupo que formaron para las elecciones ¿Alguno recordaba ese nombre?

Ocurrió lo que se esperaba, “Unidad Comunicación” ganó las elecciones, triplicando en votos a la otra plancha, y el CEECS obtuvo una inyección de frescura que se vio traducida en grandes logros a corto plazo. Es justo acotar que junto a Unidad Comunicación, de acuerdo con el Reglamento Electoral, resultó electo otro par de estudiantes de la plancha “Generación”, quienes claudicaron en los cargos de Secretaría de Reivindicaciones y Secretaría de Finanzas. Entre esos dos estudiantes resulta curioso que esté nuestra compañera Hanoi Rosas, a quien hemos visto últimamente discutiendo de forma enérgica los temas que pudo haber debatido desde una posición definida dentro del CEECS. No dudamos que haya tenido razones individuales para desertar; de cualquier modo, no es de ella que vamos a hablar en esta oportunidad.


Repasemos los logros más visibles del Centro de Estudiantes:


1.- Consiguieron planificar e instaurar un
sistema de inscripciones más efectivo que el antiguo (¿Quiénes recuerdan las pernoctas en la biblioteca o en la ECS?).

2.- Ejercieron presión sobre la Directiva en aras de la automatización de la Escuela, con lo cual se consiguió simplificar la ejecución de algunos trámites interno.


3.- Se abocaron a la tarea de abrir los cursos intensivos que ya se han dictado en varios semestres consecutivos con materias como Periodismo III, Castellano I e Informática.


4.- Aceleraron el proceso para obtener un centro de copiado de la ECS, y


5.- Lograron que se anulara una sanción de la extensión de deportes, con la cual
la Escuela no podía participar en ningún evento deportivo de la Universidad Central de Venezuela.

Sin embargo, los tropiezos pronto hicieron su aparición. Los asuntos político-partidistas comenzaron a ser más importantes que el trabajo en equipo. Una cartelera colocada por el CEECS en la puerta de
la Escuela fue el inicio. Allí, luego de recitar los logros alcanzados tras seis meses de gestión, firmaron con los logos de organizaciones abiertamente influenciadas por los partidos tradicionales. Esta acción provocó la renuncia de Ricardo Andrade a la Presidencia Adjunta del Centro, y aunque la cartelera fue retirada con bastante celeridad, marcó el comienzo del fin.

Los comunicados firmados por entes individuales del CEECS comenzaron a brillar en las paredes de
la Escuela, así como los afiches proselitistas hicieron acto de presencia. Esto mientras problemas académicos, como el desastre de las últimas inscripciones, se pasaban por alto. Los reclamos de los estudiantes, contra aquellos escritos y comunicados de un CEECS dividido, no se hicieron esperar. “¿Quién es Nixon y por qué no se ocupan de solucionar los problemas de las inscripciones?”. Eran las frases que se podían leer de manera improvisada escritas con un bolígrafo.

Si bien es cierto que un Centro de Estudiantes no puede ser indiferente ante los acontecimientos de la vida nacional, es preciso reconocer también que para poder ir a reclamar la limpieza de tu edificio, deberías procurar mantener ordenado primero tu apartamento. Ciertamente, el apartamento del CEECS estaba desordenado, cada vez más. Muchos alumnos sin cupos en materias obligatorias, problemas administrativos con
la Facultad, un estudiantado apático ante los problemas nacionales. Mucho por hacer y poca voluntad de hacerlo.

Es así como en abril de este año se produce la renuncia de casi todo el Centro, los nombres conocidos que aún se mantenían de aquella iniciativa originaria ya no formarían parte del CEECS. Cansancio, retraso en las elecciones (debimos tenerlas en noviembre del 2006), divisiones internas e intereses “politiqueros” fueron el caldo que terminó quemando a sus integrantes.


¿Qué es el CEECS hoy en día? De los electos popularmente sólo permanece Carlos Julio Rojas (el nombre menos familiar para noviembre del 2005). Mención especial y respeto sincero merece el grupo de “colaboradores” que lo acompaña desinteresadamente. El problema es que para guiar un Centro de Estudiantes hace falta, además de la voluntad, coordinación y método. También hace falta, no se puede negar, liderazgo y representatividad. Entonces, cabe preguntarse, ¿es el actual CEECS un representante legítimo de los intereses de los estudiantes de
la ECS?

Tal parece que al Secretario General únicamente le interesa figurar como “representante de la escuela”, frente a los medios de comunicación, o simplemente seguir los lineamientos de otro de los “representantes” estudiantiles, como el Presidente de
la FCU Stalin González, a quien también parece encantarle las cámaras de los medios de comunicación masivos.

Amigo Rojas, tu Centro de Estudiantes responde únicamente a tus intereses particulares y a los de tu querido amigo Stalin. Independientemente del partido al que ambos pertenecen, hacen poco frente a los estudiantes de
la UCV y realmente mucho frente a las cámaras de televisión. Tal vez puedan ustedes hacer campaña para optar a un cargo público, pero para el que están ejerciendo actualmente ya no funcionan. Los Centros de Estudiantes no se construyen en estudios de grabación.

Se te olvidó el valor del trabajo en equipo. Echaste a perder con los pies lo que lograste con tus compañeros a punta de esfuerzo y verdaderas buenas intenciones. Perdiste el foco Carlos. Un buen día tu nombre apareció grafiteado en las paredes de
la Escuela. Eso fue un acto cobarde y vandálico, pero al mismo tiempo, fue la marca que faltaba para acabar de convencernos de que le estás haciendo más daño que bien a la ECS, sin contar que tu anhelo era pintar de blanco tu nombre, pero frente a las cámaras. Tal vez todavía tengas oportunidad de limpiar tu nombre aquí, en la casa, como los trapos sucios, sin luces brillantes, sin maquillaje, sin micrófonos.

La cámara te sonríe, es cierto, pero se te olvidó, amigo Rojas, que el medio no siempre es el mensaje y que tu público, los que votaron por ti, no están en el porcentaje de rating de Globovisión, sino que te saludamos todos los días en los pasillos de la Escuela. Con honestidad, no creemos que los alumnos de
la ECS, independientemente de su posicionamiento político, se sientan representados por sus “representantes” estudiantiles (la redundancia vale, y en este caso, vale doble). Hoy no hablas en nombre de la
mayoría de la ECS, tú debes saberlo, y te invitamos a ser el primero que, desde tu posición como Secretario General electo por voto directo y secreto, comiences con nosotros una campaña para presionar a la Comisión Electoral de la Universidad para que las elecciones sean lo más pronto posible. Eso no va contra la autonomía universitaria. Y si tú consideras que sí nos representas, pues te invitamos a que, ante las dudas que existen al respecto, promuevas un espacio electoral para que lo demuestres por ti mismo. Pero hay que poner orden.

En definitiva, no queremos iniciar otro período académico sin un CEECS que verdaderamente represente a la mayoría de los estudiantes de
la Escuela de Comunicación Social. No queremos iniciar otro período académico sin una FCU que verdaderamente represente a la mayoría de los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela.

Manifiesto ProMedio

1. Estado, nación, gobierno, partido de gobierno y sociedad deben ser entidades separadas y claramente delimitadas.

2. La Universidad es una institución al servicio de la nación y, por tanto, una comunidad independiente de los intereses del gobierno.


3. En ese sentido, la autonomía universitaria es imprescindible, entendida como la libertad que permite a las casas de estudio el ejercicio de sus funciones como tales, en conexión permanente con los requerimientos que el desarrollo nacional reclama.


4. La Universidad se nutre de la diversidad y el debate ideológico y académico.


5. Una de las funciones esenciales del Estado democrático es garantizar el respeto a las opiniones e inquietudes de las minorías.


6. Las organizaciones sociales y políticas que agrupan a los seguidores del presidente Chávez constituyen una mayoría en el actual contexto nacional.


7. Esto concede al gobierno la potestad de implementar las políticas que considere adecuadas en pos del desarrollo del país.


8. Sin embargo, cualquier proyecto que promueva cambios estructurales en el modelo sociopolítico venezolano no puede desarrollarse a través de la exclusión de amplios sectores de la población.


9. La dictadura de las mayorías es tan deleznable como cualquier otra dictadura: un sistema esencialmente rígido, vertical e injusto.


10. Los errores del pasado no pueden servir como excusa para justificar las equivocaciones del presente.


11. El deber del Estado no es decidir por los ciudadanos sino otorgarle las herramientas para que desarrollen su propia capacidad crítica de discernimiento.


12. La discusión actual no debe girar en torno de derechas e izquierdas, que sólo son etiquetas que poco contribuyen a estimular el debate.


13. El debate se debe generar en función de la justicia y la equidad como valores universales que no están adscritos a ninguna ideología particular, y a los que debe aspirar cualquier sociedad.


14. La verdadera meritocracia no es una consigna política vacía, sino una forma de justicia social, que permite que los más capacitados trabajen en pos de las grandes mayorías necesitadas y el bienestar social.


15. El diálogo permite el enriquecimiento de las ideas.


16. La polarización permite que aflore lo peor de cada uno de los sectores en pugna.


17. Los que gritan más duro no necesariamente son quienes tienen la razón.


18. Dialogar con el adversario es un acto valiente y constructivo.


19. Los cobardes suelen rechazar el diálogo para escudar sus propias carencias y temores.


20. El monólogo es una manera irreflexiva e irresponsable de huir del deber de justificarse con argumentos y no con consignas.


21. Las ideas deben combatirse con argumentos, no descalificando a priori a quien las emite.


22. La libertad es una condición humana inalienable, en todas sus variantes: de pensamiento, de opinión, de culto, de expresión y de prensa.


23. El periodismo es un servicio público. Para que sea eficiente exige constante autocrítica.


24. El acceso a las fuentes oficiales es fundamental para un periodismo ponderado y condición sine qua non para el ejercicio pleno y bilateral que supone el derecho a la información.


25. Se puede hacer periodismo sobre la política, pero no desde la política.


26. El periodismo está llamado a ser una trinchera para fiscalizar el poder y no una tribuna para ejercerlo.


27. El oficio periodístico no puede arrodillarse ante el poder. Debe cumplir con el sagrado propósito de ser la voz de los que no tienen voz.


28. La libertad de expresión no es una carta blanca para denigrar al adversario.


29.Es un derecho esencialmente democrático que nace de la comunicación libre y plural de las ideas, que exige responsabilidad y reclama respeto, y que se cristaliza en la tolerancia.


30. Lo importante no es salir en televisión ni pasar a las páginas de la historia: el trabajo más esencial es aquel que se realiza con sencillez, sin magnos epítetos, y a la luz de la cotidianidad.