noviembre 27, 2008

"Post"-electoral II: Ganar puede ser perder, y viceversa.

No tardan en saltar a la palestra aquellos a quienes la confrontación les nutre sus más egoístas intenciones. No falta quién esté celebrando que “vamos a tumbar a Chávez, ahora sí”, en lugar de celebrar que ahora tenemos mayor equilibrio de poder.

No tardan en endilgarle atributos increíbles a Ledezma o a Rosales, cuando sus gestiones están llenas de trazos oscuros y de malos recuerdos para los que vivimos sus gobiernos anteriores. No tardan en negar que, quitándole la camisa roja rojita, Aristóbulo parecía, incluso, mejor opción para el área metropolitana.

Una cosa es que haya ganado la oposición, y otra diferente es que haya ganado el antichavismo. Y es en esa diferencia sutil donde se encuentra todo el meollo del asunto.

No votamos por Antonio en Libertador por ser el mejor, sino porque era la única opción. No votamos en Maracaibo por Manuel por sus aciertos políticos, sino porque no había más remedio. Y así sucedió en la mayoría de los lugares donde triunfó la oposición. Solo Chacao tuvo una verdadera gama de opciones para elegir, allí sí se hizo democracia de verdad.

Lo importante, en todo caso, es que podemos ver en los discursos de triunfo un ánimo para dejar las peleas atrás y empezar a trabajar por el colectivo, verdadera razón de hacer política. Pero no la van a tener fácil.

La revolución solo tiene un pensamiento, una sola directriz y una única manera de acción, y no vacila con medias tintas. Nos toca ejercer contraloría social sobre gobierno y oposición, según corresponda en cada región, para que ni unos pisoteen a los otros ni los otros pongan trabas a los unos.

Libertador particularmente queda aislado. Apoyado, pero solo. Todas las alcaldías del área metropolitana que le rodean son ahora terrenos contrarios, incluyendo la Mayor. Parece que le va a tocar a Jorge agachar un poco la cabeza y negociar la mancomunidad de la Capital, que es una sola porque son iguales sus grandes problemas, e iguales deben ser sus soluciones.

Esperemos que este nuevo empuje de la oposición política los lleve por el camino de la recuperación de espacios con base en el trabajo y no en base a los juegos de poder. Esperemos que el equilibrio obtenido ayude a impulsar planes de desarrollo consensuados y no a la práctica golpista. Esperemos que nuestra clase política se dedique de una vez por todas a gobernar. Ya basta.

Queremos que el camión de la basura pase periódicamente por nuestra calle y no que solo se presente una vez a la semana en el negocio de la cuadra porque el dueño “le da una vainita” para que se lleve sus desechos. Queremos que la policía local nos cuide y no nos matraquee. Queremos que los buhoneros no vuelvan a cundir los espacios libres de nuestra ciudad. Queremos que la limpieza sea un lugar común. Queremos que, si el tema es impulsar el poder popular, el mismo sea inculcado desde lo más profundo y no se quede en el manejo de unos pocos “líderes comunitarios” que solo lo usan para beneficio propio. Queremos que impere el diálogo y no la pseudo-participación de unas cuantas franelas unicolores para decidir lo que le conviene o no al barrio.

Eso queremos señores Gobernadores, eso queremos señores Alcaldes. A recogerse las mangas, porque tienen trabajo.

noviembre 10, 2008

Indepabis ¿por una nueva cultura de servicio?

Nuestra compañera Nayarí Rossi nos ha enviado un texto a promedio.ecs@gmail.com que con mucho gusto le hemos publicado. Anímate y manda el tuyo, porque todos tenemos algo qué decir.
Indepabis ¿por una nueva cultura de servicio?

Érase una vez un país en donde, habiendo un control de cambio inquisidor capaz de condenar al más imbécil que vendió sus miserables 5 mil dólares, hubo un día en que un gordito bonachón con apellido italiano salió del país con identificación oficial y una maletita con nada más y nada menos que 800 mil dólares, las malas lenguas dicen que habían más “valijas” de estas en el avión.

En ese mismo país existe una recién nacionalizada compañía de electricidad que es víctima de “eventos inesperados” –así me dijeron cuando llamé a reclamar- estos eventos son apagones que duran 15 horas o más y, en los lugares menos favorecidos, hay una cosa que llaman “racionamientos eléctricos” (¿en pleno siglo XXI?).

No todo es tan malo. En ese país (mi país, tú país) hay un maravilloso lugar que se llamaba Indecu pero que, como quiera que sea la moda es cambiarle los nombres a todo, ahora se llama Indepabis (Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios).

Una vez llamé porque, claro, yo me comí el cuento ese de “joven emprendedora” y me dije a mi misma: mira tú, chica, pero si esta idea capaz y es una buena idea y ¿por qué no?, vamos a echarle pierna, vamos a endeudarnos con todo el mundo, hay que tener fe, hay que creer que uno puede ser capaz de mucho más… y un larguísimo bla bla. Así que, junto con mi familia, creé lo que llaman una microempresa, realmente muy micro: su escueto capital y su numeroso equipo de tres personas así lo comprueban. A pesar de mi apellido yo no pertenezco a esa clase social (casi de ficción por estos días) de “los hijos de papi y mami con mucha plata como para tener más oportunidades”.

Vuelvo al cuento, el caso es que sí, hicimos la empresa y sacamos el primer producto. Se nos ocurrió hacer un concurso y pensamos: bueno, si no la vamos a cobrar nada nadita de nada a los usuarios, es decir, no hay probabilidades de engañarlos o estafarlos, es decir, ¿habrá que notificarlo al Indepabis? Sí, hay que notificarlo al Indepabis.

Entonces llamé y pregunté qué tenía que hacer. Me dijeron, haciendo alarde de la delicada buena educación que distingue a (casi todos) los funcionarios públicos: ay mi amor, métete en la página que ahí te dicen todo.

Para hacer el cuento corto, el caso es que después de dos cartas por fin aprobaron la promoción. Pero, no todo es perfecto, llamo con toda mi ingenuidad para verificar que estoy haciendo las cosas bien –es que dentro de mis características está esa rareza que llaman honestidad- y me entero de que cometí un error que, tal como me dijo la funcionaria anónima que me atendió “ese es problema tuyo si tú tomaste eso a libre interpretación”. A continuación relataré el episodio:

Yo: (explico la situación brevemente y finalizo en tono de pregunta) ¿puedo anunciar la promoción en estos días?

Funcionaria: no

Yo: (pensando: bueno, y esta señora por qué no me explica ¿por qué no?) ¿cómo qué no?

Funcionaria: mira a mí no me grites, no puedes poner tu promoción en tu “wersai” (traducción de web site. Ok, no me importa que no tengas conocimientos básicos de inglés, pero por tu bien, si no dominas un idioma NO LO HABLES, puedes decirlo en español)

Yo: no le estoy gritando, sólo quiero que me explique

Luego de este episodio en el que mi pequeño Hulk crecía, intenté mediar con la señora para que llegáramos a una solución. Ella bajó el tono de su voz pero seguía arriba, en el trono que le da el pequeño espacio de poder que tiene. En un momento de la conversación me dijo: “nosotros estamos aquí para defender a los consumidores y no a los privados como tú”, esta frase la repitió dos veces y yo, impotente, sólo pensaba en lo irónico de esa frase.

Y es eso lo que me molesta:

1.- Tú, funcionaria del Indepabis cuyo sueldo te lo pagamos los “privados como yo” me estás prestando un servicio a mi en el Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios. ¿Se entiende la ironía?

2.- ¿Defender a los consumidores? ¿cuántas acciones legales han emprendido en tu institución para defenderme a mi de los abusos de una compañía de electricidad ineficiente? ¿cuántas acciones legales has emprendido en contra del enorme engranaje de instituciones oficiales que están metidas en el caso Antonini/valija/800mil dólares, y que, no se ustedes, pero a mí me indigna que yo esté escatimando mi plata porque todo está muy caro simplemente porque-todo-es-importado?

3.- (y muy importante) ¿Alguien ha visto al Indepabis abogando por los usuarias y usuarios de los hospitales? Te puedo echar un cuentico… y, ojo, que luego no digan que uno no se queja, porque yo sí me quejo y de sobra.

Y la mayor de las ironías es que cuando llamas a esta institución hay una grabadora que dice: … Indecu (si, si, no han cambiado la grabadora) por una nueva cultura de servicio…

Nayari Rossi Romero