mayo 20, 2008

La decisión de dos viernes

ADVERTENCIA: Este texto es una adaptación del que será publicado por Ricardo Andrade en Hora Universitaria. El autor, aunque es parte de ProMedio, se hace responsable único de los excesos y desaciertos de su crónica. Si no les gusta no es culpa nuestra; pero si les gusta es gracias a nosotros que tuvimos la delicadeza de publicarle lo siguiente...


Tomar decisiones es un ejercicio cotidiano en cualquier ámbito. En la UCV lo hacemos a cada rato, pero los últimos dos viernes tuvimos que decidir, colectivamente, a quién depositar nuestra confianza y nuestros votos en esas cajas de cartón que en ese tipo de jornadas adquieren otro nombre más respetable –y más fúnebre-. A los profesores y estudiantes nos ha tocado la democrática oportunidad de elegir a quienes se encargarán, durante el próximo periodo, no sólo de representarnos públicamente en tanto comunidad académica, sino de la ardua tarea de procurar el buen funcionamiento y mejoramiento de nuestra universidad como institución al servicio de la nación, en medio, por cierto, de un contexto histórico indiscutiblemente importante.
Hará cosa de un mes que la Ciudad Universitaria comenzó a albergar, en sus paredes, puertas y columnas, las coloridas consignas y los felices rostros de los candidatos. La comunidad ucevista los fue (re)conociendo poco a poco, llegando incluso algunos –¿estudiantes irremediablemente llenos de espíritu participativo?- a rayar los afiches en un gesto poco genuino, pero tradicionalmente irreverente. Llamaba la atención, por su parte, que casi todas las propagandas implicaban, de una u otra forma, la palabra “autonomía”, cuestión poco genuina también, pero –suponemos- llamativa y políticamente eficaz. En todo caso, el terreno de la universidad se fue abonando para tener nuevas autoridades.
Hasta que llegó la primera vuelta el viernes 09 de mayo, con sus ofertas decanales y un total de cuatro equipos de candidatos a rector, vicerrector académico, vicerrector administrativo y secretario. Profesores turnándose desde la mañana como testigos, estudiantes deambulando cerca de las mesas, dirigentes paseando de un lado a otro, todos nerviosos y optimistas. Unos distribuyendo papelitos con las fórmulas electorales, llamados “chuletas” –denominación cónsona con la poca ética que entrañan-; unos recibiéndolas con la amargura de quien recibe un indeseado foletín; otros –esperamos no sean muchos- obedeciéndolas con la aguerrida convicción de la falta de criterio. Unos se sentaban en los pupitres amurallados previendo con exactitud geométrica cada elección; algunos ejercían su derecho sólo enterados de por quiénes no votar; otros se disponían frente a los círculos blancos a morder el bolígrafo –pensando o recordando- para decidirse en el último momento.
Al filo de medianoche, aquella dinámica jornada resolvió los dilemas de las mayorías de las facultades, y despejó el camino hacia la silla que ocupara Vargas por primera vez: los cuatro equipos se redujeron a dos. Con todo y la elocuencia de los números a favor de García Arocha, la comunidad ucevista todavía tenía una semana para pensar si era su equipo o el de Pabón el próximo responsable de la próxima gestión rectoral. Esa semana reunió sucesos que acrecentaron la tensión entre los dos candidatos a rector y que, a mi modo de ver, terminaron decidiendo la cuestión. Pabón intentó desacreditar a su contendora y, si bien eso pudo haber desmotivado a algunos electores, a otros, por el contrario, los movió a participar por uno o –sobre todo- por otra. Así llegó el viernes 16 de mayo, fecha de la segunda vuelta, circunstancia esencialmente dilemática: la moneda y sus dos únicas caras, pero en una situación mucho más independiente del azar, una encrucijada definitoria e indefectiblemente decisiva.
Aquel viernes era un buen día para votar. Parecía un día propicio para hacer elecciones trascendentales, sin embargo la afluencia de electores fue menor que la de la primera etapa, o al menos eso era lo que reflejaba la atmósfera pesada de las diferentes escuelas y facultades. Había un desánimo latente que sólo podríamos justificar mediante la especulación. Las cifras finales darán detalles, pero no se sabrá a ciencia cierta si aquel clima se debió a una inopinada pérdida de la motivación inicial en algunos, o simplemente a la riesgosa certeza de quienes creían que todo ya estaba dicho.
Pero nunca decayó el ánimo festivo de los estudiantes y profesores más involucrados con el activismo universitario. El escrutinio, más que un conteo de votos, parecía un enérgico descuento de los minutos previos a un estallido. Bajo la suave luz de la Plaza Cubierta que lleva por nombre el de Villanueva, relucían las pieles sudadas y eufóricas en contraste con los rostros deseosos de una esperanza sorpresiva. Los ojos brillaban fijamente intervenidos por el reflejo de la pantalla, mientras las franelas (varias azules y blancas) se empapaban y las gargantas emitían todo tipo de coros, unos corteses y otros no tanto. Las brechas comenzaban a alimentarse cuando las bombas lacrimógenas –que pertenecen naturalmente a las fuerzas de seguridad del Estado- irrumpieron en la plaza, muy cerca del Aula Magna. En su vano intento por causar caos, la ácida neblina inundó el recinto y arropó a los ucevistas con su blancura picante, pero el viento, con la sencilla fuerza de lo natural, disipó los gases del saboteo para restaurarlo todo.
A las diez de la noche, la computadora continuaba registrando números y la pantalla seguía reflejándose en los ojos de todos. Pero las brechas pronto se hicieron irreversibles y la gente quiso oír verdades oficiales, especialmente los que querían ratificar su emoción triunfal. Así tuvo que declararlo públicamente la comisión electoral. Las cifras preliminares decretaron los decanos electos de las tres facultades que requirieron una segunda vuelta, y también arrojaron un resultado abrumador: la victoria de Cecilia García Arocha y todo su equipo como nuevas -y máximas- autoridades de la primera casa de estudios del país. A ellos nos queda felicitarlos y, sobre todo, exigirles eficiencia, prudencia y todas las virtudes que sean necesarias para llevar a la UCV por el camino de la academia y la institucionalidad, con amplitud, disposición negociadora y siempre en función de la sociedad. Ha llegado una nueva oportunidad de trabajar, cooperativamente, por una mejor Universidad; sería imperdonable desaprovecharla.


Ricardo Andrade

11 comentarios:

Anónimo dijo...

"Si no les gusta no es culpa nuestra; pero si les gusta es gracias a nosotros que tuvimos la delicadeza de publicarle lo siguiente..."

Y si no nos gusta también es gracias a su delicadeza de publicarlo, no??

ProMedio dijo...

Estimado "Anónimo" (de aquí en adelante "Anónimo I", para distinguirte de los que te sigan):

Gracias por tener la delicadeza de comentar el texto. Asumimos que no te gustó, aunque nos hubiera gustado una opinión un poco más explícita y detallada.

Ciertamente, el comentario por tí señalado, a través del uso de las comillas (muy buena la honradez intelectual al citar) era un chiste con el cual queríamos hacer referencia a que la responsabilidad de las opiniones y comentarios expresados en el texto es exclusivamente de nuestro compañero Ricardo, quien lo escribió para otra publicación y lo posteó en ProMedio bajo su misma firma. Es una forma de asumir responsabilidad personal y la autoría intelectual del post con la firma y nombre propio.

Pero vemos que tus ánimos no están para chistes, estimado "Anónimo I". Lo sentimos muchos, y lamentamos con sinceridad que el texto no haya sido de tu agrado y que invirtieras tiempo en su lectura.

De verdad agradecemos tu atención, tomando en consideración que hemos abusado de tu libre albedrío, quitándote la opción de decidir no leer ni comentar en ProMedio. no lo hicimos adrede...

Por otro lado, a nosotros sí nos gustó el texto :)

En todo caso, si tienes tus propias percepciones y valoraciones sobre la pasada jornada electoral, te invitamos a publicarlas aquí enviándolas a promedio.ecs@gmail.com

Sólo te pedimos que utilices al menos un pseudónimo, y que trates de mantener el texto dentro de la línea de la argumentación ponderada y el lenguaje respetuoso.

Saludos y exito !!!

LuisCarlos dijo...

A veces me pregunto por qué les cuesta tanto mandar un poquito a la mierda a los anónimos.
Un blog es para conversar, y para conversar entre gente.
Un anónimo no es gente. No dediquen tantan líneas en construir puentes hacia orillas borrosas y sin identidad.
El artículo es bueno. Y así no lo fuese, es de Ricardo, a quien hay que leer así no haya amanecido inspirado.
Pero además no hay mucha justificación qué construir. Un blog es la opinión que nadie nos pidió. Sigan publicando sin pedir permiso.

Anónimo dijo...

Excelente trabajo Ricardo pero creo que lo más desagradable de esta contienda electoral fue el juego sucio y no puede pasar por alto...
Jamás deben repetirse las jugarretas políticas que vivimos esta última semana y que con pena ajena tuvimos que afrontar...
Cada elección es una oportunidad para opinar no para hacer daño o para atentar contra la ética y la moral que deben permanecer dentro y fuera de la política..
Una vez más gracias a todos los que votaron, pero es hora de reflexionar para aquellos que no lo hicieron.

Germán Novelli

Anónimo dijo...

te felicito ricardo por tu reseña me parece muy atinada y bueno sabes que creo en tu pluma... estoy de acuerdo con german en cuanto a que cada eleccion debe ser una opcion para decidir que rumbo queremos seguir y no debemos desperciarla .

Gente de promedio sigan adelante que bueno que les critiquen asi mejoran...
un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

Yo confieso... Les confieso que estoy emocionado. Les confieso que pensé que está reseña no iba a ser comentada. Les confieso que hemos estado a punto de "mandar a la mierda" a los Anónimos. Les confieso que yo también creo que a Ricardo hay que leerle hasta las cartas del niño Jesús. Confieso que me he sentido desanimado. Confieso que este tema de las elecciones nos agotó, incluso más que las pasadas elecciones de FCU. Luis Carlos, nos cuesta, y no sabes cuanto. Lamentable o afortunadamente nosotros creemos fiel y firmemente en la pluralidad, y los anónimos entran dentro de esa pluralidad. Tanto, que no todos los anónimos nacen con la intención de serlo, y hay veces que las opiniones firmadas con santo y seña dejan menos que las de un(os) anonimo(s). Sin embargo, te prometo que algo haremos al respecto y muy pronto. Orlanis, Luis, Germán... Ustedes son una mínima muestra de la justificación de la existencia de este blog. Lo que hacemos lo hacemos por ustedes, sin pedir permiso, pero por ustedes. Por eso y por más, gracias a todos los que nos leen, y más gracias a los que comentan... Dialoguemos... es tan sencillo!

Ricardo Andrade dijo...

Hola a todos! Yo agradezco sinceramente los comentarios de todos y las exageraciones de Luis Carlos (especie de maestro bloguero) y Yimmi (nuestro editor confeso). Tampoco puedo negar que me agradan -aunque también me comprometen, y eso es menos divertido que el regodeo-. Por cierto que mis cartas al niño Jesús deben estar entre lo mejor que he escrito, modestamente... eran novelas epistolares que se conectaban con el alma de lo sobrenatural y que tenían un estilo pequeñoburgués y maravillosamente dieciochesco, a través del cual le pedía al niño, en extensos folios, todos los juguetes que el capitalismo salvaje me vendiera por la tele, sin discriminar mucho, y sin detenerme a pensar en las miserias del mundo...
Hablando un poco más en serio, les agradezco sus lecturas, empezando por el rebautizado Anónimo I, que pudo aclararnos que su anonimato fue más accidental que premeditado -aclaratoria que ya pude responderle vía mail-. También a Orlanis y Germán, que se han convertido en lectores asiduos. Y me complace que aunque el texto implique opiniones que puedan discordar de las suyas, uds vean, sin embargo algo rescatable en él. Eso es una ganancia para mí...
Que siga el diálogo y la identidad individual!

Anónimo dijo...

está bien la crónica, Ricardo... para sumirme en detalles técnicos, más allá del tema. Ya observando tu esmero por el estilo...creo que deberías pulir ciertas descripciones rimbombantes... o elispsis que adornan demasiado el hecho escrito...y caen en el ripio o en algo que puede ser contado con objetividad sin perder elegancia (no quiero parecer Carlos Almenar en Cuánto Vale...pero creo que así quedó, pues..) podemos comentar un poco eso ya nosotros por nuestro lado, si es que la sugerencia te interesa.

saludos

Ricardo Andrade dijo...

Querido Androsval:
Claro que me interesa mucho la sugerencia. Sobre todo porque me interesa el uso más o menos consciente del lenguaje, y pq procuro evitar esos destellos inútiles que no tienen otra función que la de entorpecer la comprensión. Pero eso no supone automáticamente que no se me escapen cosas de ese tipo. Por eso te agradezco enormemente tu advertencia, que me es muy útil para tener más cuidado con ese terrible mal de la juventud.
Espero nos veamos pronto. Un abrazo!

Anónimo dijo...

hola Ricardo, no le prestes atencion a muchas personas q lo q hacen es opacar tu tan excelente escritura!! nunca pero dejes de escribir porq lo haces muy pero muy bien!!
se despide,

de Valencia Maria Bastidas!!

Ricardo Andrade dijo...

Jajaja, muchas gracias por la defensa María! Y qué bueno que diste el salto de la Eloquentia a ProMedio!! Te tomaré la palabra porque me conviene, pero en el caso del comentario de Androsval es de un buen amigo de cuyo criterio estético y gusto por lo literario no puedo dudar ni un poco; más bien tengo que considerarlo mucho. Lo malo de recibir críticas de gente valiosa es que, por lo general, hay que tomarlas tanto o más en cuenta que los juicios más favorables... Sería más cómodo ignorar la biografía del crítico para desestimar su juicio rápidamente, pero no.. jeje! Saludos a ti y a tu tierra, que algún día le daré una segunda oportunidad.. Muchas gracias por tu agradable comentario!