Nuestra compañera Nayarí Rossi nos ha enviado un texto a promedio.ecs@gmail.com que con mucho gusto le hemos publicado. Anímate y manda el tuyo, porque todos tenemos algo qué decir.
Indepabis ¿por una nueva cultura de servicio?
Érase una vez un país en donde, habiendo un control de cambio inquisidor capaz de condenar al más imbécil que vendió sus miserables 5 mil dólares, hubo un día en que un gordito bonachón con apellido italiano salió del país con identificación oficial y una maletita con nada más y nada menos que 800 mil dólares, las malas lenguas dicen que habían más “valijas” de estas en el avión.
En ese mismo país existe una recién nacionalizada compañía de electricidad que es víctima de “eventos inesperados” –así me dijeron cuando llamé a reclamar- estos eventos son apagones que duran 15 horas o más y, en los lugares menos favorecidos, hay una cosa que llaman “racionamientos eléctricos” (¿en pleno siglo XXI?).
No todo es tan malo. En ese país (mi país, tú país) hay un maravilloso lugar que se llamaba Indecu pero que, como quiera que sea la moda es cambiarle los nombres a todo, ahora se llama Indepabis (Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios).
Una vez llamé porque, claro, yo me comí el cuento ese de “joven emprendedora” y me dije a mi misma: mira tú, chica, pero si esta idea capaz y es una buena idea y ¿por qué no?, vamos a echarle pierna, vamos a endeudarnos con todo el mundo, hay que tener fe, hay que creer que uno puede ser capaz de mucho más… y un larguísimo bla bla. Así que, junto con mi familia, creé lo que llaman una microempresa, realmente muy micro: su escueto capital y su numeroso equipo de tres personas así lo comprueban. A pesar de mi apellido yo no pertenezco a esa clase social (casi de ficción por estos días) de “los hijos de papi y mami con mucha plata como para tener más oportunidades”.
Vuelvo al cuento, el caso es que sí, hicimos la empresa y sacamos el primer producto. Se nos ocurrió hacer un concurso y pensamos: bueno, si no la vamos a cobrar nada nadita de nada a los usuarios, es decir, no hay probabilidades de engañarlos o estafarlos, es decir, ¿habrá que notificarlo al Indepabis? Sí, hay que notificarlo al Indepabis.
Entonces llamé y pregunté qué tenía que hacer. Me dijeron, haciendo alarde de la delicada buena educación que distingue a (casi todos) los funcionarios públicos: ay mi amor, métete en la página que ahí te dicen todo.
Para hacer el cuento corto, el caso es que después de dos cartas por fin aprobaron la promoción. Pero, no todo es perfecto, llamo con toda mi ingenuidad para verificar que estoy haciendo las cosas bien –es que dentro de mis características está esa rareza que llaman honestidad- y me entero de que cometí un error que, tal como me dijo la funcionaria anónima que me atendió “ese es problema tuyo si tú tomaste eso a libre interpretación”. A continuación relataré el episodio:
Yo: (explico la situación brevemente y finalizo en tono de pregunta) ¿puedo anunciar la promoción en estos días?
Funcionaria: no
Yo: (pensando: bueno, y esta señora por qué no me explica ¿por qué no?) ¿cómo qué no?
Funcionaria: mira a mí no me grites, no puedes poner tu promoción en tu “wersai” (traducción de web site. Ok, no me importa que no tengas conocimientos básicos de inglés, pero por tu bien, si no dominas un idioma NO LO HABLES, puedes decirlo en español)
Yo: no le estoy gritando, sólo quiero que me explique
Luego de este episodio en el que mi pequeño Hulk crecía, intenté mediar con la señora para que llegáramos a una solución. Ella bajó el tono de su voz pero seguía arriba, en el trono que le da el pequeño espacio de poder que tiene. En un momento de la conversación me dijo: “nosotros estamos aquí para defender a los consumidores y no a los privados como tú”, esta frase la repitió dos veces y yo, impotente, sólo pensaba en lo irónico de esa frase.
Y es eso lo que me molesta:
1.- Tú, funcionaria del Indepabis cuyo sueldo te lo pagamos los “privados como yo” me estás prestando un servicio a mi en el Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios. ¿Se entiende la ironía?
2.- ¿Defender a los consumidores? ¿cuántas acciones legales han emprendido en tu institución para defenderme a mi de los abusos de una compañía de electricidad ineficiente? ¿cuántas acciones legales has emprendido en contra del enorme engranaje de instituciones oficiales que están metidas en el caso Antonini/valija/800mil dólares, y que, no se ustedes, pero a mí me indigna que yo esté escatimando mi plata porque todo está muy caro simplemente porque-todo-es-importado?
3.- (y muy importante) ¿Alguien ha visto al Indepabis abogando por los usuarias y usuarios de los hospitales? Te puedo echar un cuentico… y, ojo, que luego no digan que uno no se queja, porque yo sí me quejo y de sobra.
Y la mayor de las ironías es que cuando llamas a esta institución hay una grabadora que dice: … Indecu (si, si, no han cambiado la grabadora) por una nueva cultura de servicio…
Nayari Rossi Romero
Érase una vez un país en donde, habiendo un control de cambio inquisidor capaz de condenar al más imbécil que vendió sus miserables 5 mil dólares, hubo un día en que un gordito bonachón con apellido italiano salió del país con identificación oficial y una maletita con nada más y nada menos que 800 mil dólares, las malas lenguas dicen que habían más “valijas” de estas en el avión.
En ese mismo país existe una recién nacionalizada compañía de electricidad que es víctima de “eventos inesperados” –así me dijeron cuando llamé a reclamar- estos eventos son apagones que duran 15 horas o más y, en los lugares menos favorecidos, hay una cosa que llaman “racionamientos eléctricos” (¿en pleno siglo XXI?).
No todo es tan malo. En ese país (mi país, tú país) hay un maravilloso lugar que se llamaba Indecu pero que, como quiera que sea la moda es cambiarle los nombres a todo, ahora se llama Indepabis (Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios).
Una vez llamé porque, claro, yo me comí el cuento ese de “joven emprendedora” y me dije a mi misma: mira tú, chica, pero si esta idea capaz y es una buena idea y ¿por qué no?, vamos a echarle pierna, vamos a endeudarnos con todo el mundo, hay que tener fe, hay que creer que uno puede ser capaz de mucho más… y un larguísimo bla bla. Así que, junto con mi familia, creé lo que llaman una microempresa, realmente muy micro: su escueto capital y su numeroso equipo de tres personas así lo comprueban. A pesar de mi apellido yo no pertenezco a esa clase social (casi de ficción por estos días) de “los hijos de papi y mami con mucha plata como para tener más oportunidades”.
Vuelvo al cuento, el caso es que sí, hicimos la empresa y sacamos el primer producto. Se nos ocurrió hacer un concurso y pensamos: bueno, si no la vamos a cobrar nada nadita de nada a los usuarios, es decir, no hay probabilidades de engañarlos o estafarlos, es decir, ¿habrá que notificarlo al Indepabis? Sí, hay que notificarlo al Indepabis.
Entonces llamé y pregunté qué tenía que hacer. Me dijeron, haciendo alarde de la delicada buena educación que distingue a (casi todos) los funcionarios públicos: ay mi amor, métete en la página que ahí te dicen todo.
Para hacer el cuento corto, el caso es que después de dos cartas por fin aprobaron la promoción. Pero, no todo es perfecto, llamo con toda mi ingenuidad para verificar que estoy haciendo las cosas bien –es que dentro de mis características está esa rareza que llaman honestidad- y me entero de que cometí un error que, tal como me dijo la funcionaria anónima que me atendió “ese es problema tuyo si tú tomaste eso a libre interpretación”. A continuación relataré el episodio:
Yo: (explico la situación brevemente y finalizo en tono de pregunta) ¿puedo anunciar la promoción en estos días?
Funcionaria: no
Yo: (pensando: bueno, y esta señora por qué no me explica ¿por qué no?) ¿cómo qué no?
Funcionaria: mira a mí no me grites, no puedes poner tu promoción en tu “wersai” (traducción de web site. Ok, no me importa que no tengas conocimientos básicos de inglés, pero por tu bien, si no dominas un idioma NO LO HABLES, puedes decirlo en español)
Yo: no le estoy gritando, sólo quiero que me explique
Luego de este episodio en el que mi pequeño Hulk crecía, intenté mediar con la señora para que llegáramos a una solución. Ella bajó el tono de su voz pero seguía arriba, en el trono que le da el pequeño espacio de poder que tiene. En un momento de la conversación me dijo: “nosotros estamos aquí para defender a los consumidores y no a los privados como tú”, esta frase la repitió dos veces y yo, impotente, sólo pensaba en lo irónico de esa frase.
Y es eso lo que me molesta:
1.- Tú, funcionaria del Indepabis cuyo sueldo te lo pagamos los “privados como yo” me estás prestando un servicio a mi en el Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios. ¿Se entiende la ironía?
2.- ¿Defender a los consumidores? ¿cuántas acciones legales han emprendido en tu institución para defenderme a mi de los abusos de una compañía de electricidad ineficiente? ¿cuántas acciones legales has emprendido en contra del enorme engranaje de instituciones oficiales que están metidas en el caso Antonini/valija/800mil dólares, y que, no se ustedes, pero a mí me indigna que yo esté escatimando mi plata porque todo está muy caro simplemente porque-todo-es-importado?
3.- (y muy importante) ¿Alguien ha visto al Indepabis abogando por los usuarias y usuarios de los hospitales? Te puedo echar un cuentico… y, ojo, que luego no digan que uno no se queja, porque yo sí me quejo y de sobra.
Y la mayor de las ironías es que cuando llamas a esta institución hay una grabadora que dice: … Indecu (si, si, no han cambiado la grabadora) por una nueva cultura de servicio…
Nayari Rossi Romero
1 comentario:
Y así, se une otra persona al grupo de los que hemos dicho alguna vez*:
"Funcionarios públicos de mierda"
(*Tanto en la cuarta como en la quinta)
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