El último post que escribimos en ProMedio fue el “Post-Electoral”, donde rescatábamos la frase del Presidente que invitaba a la oposición a “administrar su triunfo”. Desde esa fecha hasta acá han sucedido varias cosas interesantes.
La frase del Presidente Chávez (“no se desboquen”) no tuvo jurisdicción sobre su propia persona. Los días posteriores al 2D, el Presidente Chávez sufrió una severa resaca post electoral que dejó ver su descontento, su decepción, y sus ansias de revanchismo. Se apostaron numerosas vallas en el país con la frase: “Por ahora” (al menos no fue la tan mentada “Victoria de mierda”).
El Presidente Chávez no asimiló su derrota. Culpó a sus seguidores, e incluso llegó a renegar de aquellos que utilizaron la “excusa” de sentirse mal por “no haber cobrado una misión, porque tal alcalde me cae mal o porque no han recogido la basura de mi calle”. Para el Presidente Chávez, esas no eran razones para que sus seguidores le dieran esa puñalada trapera que lo llevó a decir: “En el 2013 me voy, ustedes tienen la culpa”. Sin embargo no ha perdido oportunidad para sugerir la posibilidad de una enmienda orientada directamente a permitir la reelección continua, cuestión que no perderemos de vista.
Por su parte, la oposición tampoco supo finalmente administrar su victoria. Comenzaron los protagonismos de mano de personajes como Manuel Rosales y su UNT, quienes pretendieron capitalizar el triunfo a su favor.
Pero llegó la navidad, y con ella un giro de 180º por parte del Presidente Chávez. ¿De un polo a otro? ¿Bipolar? La cuestión es que lanzó un par de rectas que la oposición no esperaba: Ley de Amnistía y cambio de gabinete.
Vamos primero con la ley. La amnistía presidencial realmente fue amplia. Los casos más emblemáticos: Los firmantes del Decreto Carmona, la detención de Rodríguez Chacín, así como las diferentes tomas y allanamientos, producto de los sucesos del 11A.
Pero no todo era perfecto y la oposición parece ser difícil de complacer. Ninguna amnistía es completa y, en este caso, el margen fue el mínimo: procesados por crímenes de lesa humanidad y violaciones a los DDHH, además de quienes no se hayan puesto a derecho. Los comisarios de la PM están siendo procesados por delitos de este tipo y Nixon Moreno, acusado por violación, no se ha puesto a derecho, cosa que sin embargo no fue freno para que fuera absuelto por otros casos como la toma de la Gobernación de Mérida.
La exigencia de la oposición respecto a este punto no es pertinente. Creemos que lo adecuado sería hacer un gran esfuerzo conjunto no en solicitar la amnistía, sino en exigir y garantizar un proceso justo, con apoyo de los medios (no para ponerse un filtro amarillista y mostrar a las familias llorando, sino para presionar a los fiscales). Eso sí, no se olviden de exigir lo mismo para los miles de presos sin relevancia política, que también tienen meses, años, esperando un juicio, una sentencia.
No somos quiénes para juzgar a los comisarios, no hemos visto el juicio, ni las actas. Tampoco somos abogados, pero nos parece que se le hace un flaco servicio a estos ciudadanos si en vez de tratar de garantizarles un proceso equitativo, luchando de frente contra la politización del sistema judicial (¿o el 2D no demostró que sí se puede?), se arremete insensatamente contra una amnistía que fue un gesto correcto.
En cuanto a los enroques ministeriales, se buscó limpiar un poco la imagen del Ejecutivo y bajar de tono el perfil radical que había adoptado desde el último cambio. Se colocaron expertos en la materia y no sólo agentes políticos. La vuelta de Andrés Izarra y la designación de Ramón Carrizales, funcionario serio y poco mediático, así lo demuestran. Lo curioso es que Nicolás Maduro sobrevivió al cambio y se mantiene en la cartera de Relaciones Exteriores. Curioso porque los últimos traspiés del Presidente se han dado justamente a nivel internacional, y sobre todo desde que Maduro dirige la Cancillería, lo que deja mucho que pensar sobre el verdadero papel del Ministro.
El Presidente Chávez anunció la necesidad de refundar el Polo Patriótico, indicó deseos de acercarse a la clase media y a la burguesía y anunció su disposición de acabar con los grandes problemas sociales: inseguridad y desabastecimiento.
Amanecerá y veremos. Por lo pronto, los operativos de seguridad se han traducido en aumento de la matraca policial (no sabemos cuándo van a entender que el enemigo está dentro de los cuerpos de seguridad) y todavía no se consiguen leche, pan, azúcar, ni otros rubros de la cesta básica. Por el contrario, se anuncia pronta escasez de café, con insospechadas consecuencias para la vasta población cafeinómana de este país.
La frase del Presidente Chávez (“no se desboquen”) no tuvo jurisdicción sobre su propia persona. Los días posteriores al 2D, el Presidente Chávez sufrió una severa resaca post electoral que dejó ver su descontento, su decepción, y sus ansias de revanchismo. Se apostaron numerosas vallas en el país con la frase: “Por ahora” (al menos no fue la tan mentada “Victoria de mierda”).
El Presidente Chávez no asimiló su derrota. Culpó a sus seguidores, e incluso llegó a renegar de aquellos que utilizaron la “excusa” de sentirse mal por “no haber cobrado una misión, porque tal alcalde me cae mal o porque no han recogido la basura de mi calle”. Para el Presidente Chávez, esas no eran razones para que sus seguidores le dieran esa puñalada trapera que lo llevó a decir: “En el 2013 me voy, ustedes tienen la culpa”. Sin embargo no ha perdido oportunidad para sugerir la posibilidad de una enmienda orientada directamente a permitir la reelección continua, cuestión que no perderemos de vista.
Por su parte, la oposición tampoco supo finalmente administrar su victoria. Comenzaron los protagonismos de mano de personajes como Manuel Rosales y su UNT, quienes pretendieron capitalizar el triunfo a su favor.
Pero llegó la navidad, y con ella un giro de 180º por parte del Presidente Chávez. ¿De un polo a otro? ¿Bipolar? La cuestión es que lanzó un par de rectas que la oposición no esperaba: Ley de Amnistía y cambio de gabinete.
Vamos primero con la ley. La amnistía presidencial realmente fue amplia. Los casos más emblemáticos: Los firmantes del Decreto Carmona, la detención de Rodríguez Chacín, así como las diferentes tomas y allanamientos, producto de los sucesos del 11A.
Pero no todo era perfecto y la oposición parece ser difícil de complacer. Ninguna amnistía es completa y, en este caso, el margen fue el mínimo: procesados por crímenes de lesa humanidad y violaciones a los DDHH, además de quienes no se hayan puesto a derecho. Los comisarios de la PM están siendo procesados por delitos de este tipo y Nixon Moreno, acusado por violación, no se ha puesto a derecho, cosa que sin embargo no fue freno para que fuera absuelto por otros casos como la toma de la Gobernación de Mérida.
La exigencia de la oposición respecto a este punto no es pertinente. Creemos que lo adecuado sería hacer un gran esfuerzo conjunto no en solicitar la amnistía, sino en exigir y garantizar un proceso justo, con apoyo de los medios (no para ponerse un filtro amarillista y mostrar a las familias llorando, sino para presionar a los fiscales). Eso sí, no se olviden de exigir lo mismo para los miles de presos sin relevancia política, que también tienen meses, años, esperando un juicio, una sentencia.
No somos quiénes para juzgar a los comisarios, no hemos visto el juicio, ni las actas. Tampoco somos abogados, pero nos parece que se le hace un flaco servicio a estos ciudadanos si en vez de tratar de garantizarles un proceso equitativo, luchando de frente contra la politización del sistema judicial (¿o el 2D no demostró que sí se puede?), se arremete insensatamente contra una amnistía que fue un gesto correcto.
En cuanto a los enroques ministeriales, se buscó limpiar un poco la imagen del Ejecutivo y bajar de tono el perfil radical que había adoptado desde el último cambio. Se colocaron expertos en la materia y no sólo agentes políticos. La vuelta de Andrés Izarra y la designación de Ramón Carrizales, funcionario serio y poco mediático, así lo demuestran. Lo curioso es que Nicolás Maduro sobrevivió al cambio y se mantiene en la cartera de Relaciones Exteriores. Curioso porque los últimos traspiés del Presidente se han dado justamente a nivel internacional, y sobre todo desde que Maduro dirige la Cancillería, lo que deja mucho que pensar sobre el verdadero papel del Ministro.
El Presidente Chávez anunció la necesidad de refundar el Polo Patriótico, indicó deseos de acercarse a la clase media y a la burguesía y anunció su disposición de acabar con los grandes problemas sociales: inseguridad y desabastecimiento.
Amanecerá y veremos. Por lo pronto, los operativos de seguridad se han traducido en aumento de la matraca policial (no sabemos cuándo van a entender que el enemigo está dentro de los cuerpos de seguridad) y todavía no se consiguen leche, pan, azúcar, ni otros rubros de la cesta básica. Por el contrario, se anuncia pronta escasez de café, con insospechadas consecuencias para la vasta población cafeinómana de este país.
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