En ProMedio, a lo largo de nuestro primer año de existencia, nos hemos planteado muchas veces qué hacer con este segundo grupo de des-cara-dos, que solo se dedican a menospreciar y atacar a otros y, en definitiva, a entorpecer el trabajo que hacemos en el blog.
El anonimato no es algo criticable per se, lo criticable son las posturas radicales, las agresiones sin sentido y sobre todo, los ataques a terceros y a los propios miembros del blog por medio de un rostro virtualmente encapuchado.
Sabemos de la existencia de anónimos que simplemente sucumben ante las dificultades o desconocimiento de la tecnología, y no tienen más remedio que dejar su nombre oculto. Esos son los menos (y de hecho son casos "dudosos" pues hace poco un "anónimo" puso su nombre y apellido al final del texto).
Sabemos de los otros, de los que saben muy bien lo que hacen y en sus comentarios, lejos de aportar, se contentan con generar violencia y atacar sin más argumentos que el despropósito y la descalificación automática.
Hemos analizado mucho, en serio, los comentarios de estos lectores. La mayoría de ellos siguen un parámetro muy similar, que nos podría dar pistas, al menos, de su procedencia e incluso de su posición política. Podemos dilucidar, por ejemplo, que muchos de ellos (si es que son varios, puede ser uno solo) son de la propia Escuela de Comunicación Social.
Esta conclusión nos lleva a reflexionar, a preguntarnos si no es más delicado que quienes hacen uso abusivo de este recurso provengan precisamente de una Escuela que egresa a los futuros periodistas, locutores, anclas y formadores de opinión de nuestro país. Nótese que llamamos al anonimato recurso, porque es bien sabido que en circunstancias de opresión, el anonimato nos sirve para protegernos, incluso para proteger nuestras vidas. Ahora, nos preguntamos ¿cabe ese ejemplo en un blog como este?
Siempre que podemos les sugerimos a ustedes, nuestros lectores, que firmen con algún pseudónimo, práctica común en las herramientas comunicativas de la red, y que nos facilitaría al menos identificarlos como individuos, y no confundirnos con quiénes son nuestros interlocutores. Imaginen, por ejemplo, cuántas veces una misma persona puede opinar lo mismo haciéndose pasar por otra. De modo que el empeño en seguir utilizando el anonimato nos lleva a pensar que las intenciones de estos personajes no son otras que molestar.
Nosotros no vamos a dictarles cátedra de ética. No nos sentimos capacitados para ello, aunque eso no nos impida observar lo poco que se practica ese elemento primordial de la filosofía que regula el animal que todos llevamos dentro.
Lo que queremos es reforzar nuestra conciencia de identidad y responsabilidad individual y social ante lo que se dice. Ahí está la restricción de la endiosada libertad de expresión que, como toda libertad, necesita limitaciones para que no derive en caos.
Por lo pronto, en ProMedio hemos tomado una decisión que pondremos en práctica y a manera de prueba en los próximos post. Estos comentarios seguirán siendo recibidos y seguiremos dándole cabida en nuestro espacio. Pero, todo comentario anónimo que no posea ningún tipo de calidad argumentativa, que provoque violencia e invite a la división, pero sobre todo, que se use para atacar al otro –participantes o no del espacio- no será respondido por ProMedio ni por ningún miembro del blog.
Lo que procuramos es que se tomen su tiempo para responder tal como queremos aquí, con raciocinio y con respeto hacia el otro. Sería ideal que todos nos hiciéramos responsables por lo que hacemos, pero aquí apenas les exigimos, con mucha modestia, que se hagan responsables de lo que dicen en este espacio que pertenece a todos.