febrero 16, 2009

Post-electoral III: ¿Quién ganó, quién perdió?

“Sepan administrar su victoria… no se desboquen ahora”
Hugo Chávez. Diciembre, 3-2007.
Sólo escuchando al Presidente en su cadena nacional (triunfalista) y leyendo lo que la gente escribe en facebook se puede ver cómo el discurso electoral del Gobierno caló en sus electores –y en los partidarios del NO también-. Por un lado, quienes se sienten ganadores parecen creer que han dado punto final a la historia, tal cual Fukuyama. Pero algunos de los que se sienten perdedores, quizás lo son dos veces, porque asumen que el país, la vida y la esperanza se han perdido.

El sistema democrático tiene ganadores y perdedores, e incluso, una misma opción puede ser ganadora o perdedora según el momento. Si nos limitamos a hablar de personas y candidatos, podemos poner por ejemplo a Rafael Caldera: Rómulo Betancourt lo venció en 1958, pero luego Caldera le ganó a Gonzalo Barrios en 1967, para volver a perder en 1982 frente a Jaime Lusinchi, y finalmente salir victorioso en 1992 entre las opciones de Claudio Fermín, Andrés Velásquez y Oswaldo A. Paz.

Este sistema “participativo y protagónico” no tiene por qué ser la excepción. A veces gana una opción, a veces gana la otra, pero siempre la decisión final está y estará, mientras siga la democracia viva, en nosotros frente a la maquinita electoral.

Si hablamos de números, el SÍ ha resultado ganador con una ventaja no muy amplia de nueve puntos porcentuales. ¿Qué significa esto? Pues que Chávez puede ser candidato nuevamente en el 2012. Sólo eso. Así como ahora Morel Rodríguez y Tarek W. Saab también lo pueden seguir siendo, si así lo desearan. Pero ser candidato no es ser presidente, alcalde o gobernador. Ciertamente ser candidato oficialista es una gran ventaja, pero no hay razones de peso para que unos y otros pensemos que ya la batalla está perdida, o ganada.

¿Qué ganó el PSUV?

Su primera victoria como partido y la permanencia de su líder único y eterno como su -también único- candidato posible para ejercer la jefatura del Estado.

¿Qué perdió la oposición?

La oportunidad de enfrentarse contra un contrincante distinto a Chávez.

¿Qué ganó y/o perdió el pueblo?

Nosotros creemos que nada. Los principales problemas del pueblo siguen siendo los mismos ahora que ayer: Inseguridad, inflación, vivienda, desigualdad. Tal vez el pueblo haya ganado la posibilidad de que, sin elecciones del poder ejecutivo a la vista y sin época de campaña próxima, entonces los gobernantes se dediquen a gobernar de una vez por todas y no suspendan sus actividades para hacer campaña como lo hizo de manera oficial la Asamblea Nacional y de manera extra-oficial el jefe de campaña del SÍ y Alcalde de Libertador, Jorge Rodríguez.

El reto de los proponentes de la enmienda (¿enmiendadores?) es ahora pensar en el pueblo, de verdad, darles respuestas, de verdad. El de los oponentes (¿enmendados?) es, también, trabajar conjuntamente con el pueblo, pero no por una candidatura, sino por la preservación del valioso e indispensable sentido de la crítica y el contrapeso. Ya no hay oportunidad de discursos –de lexis sin praxis-, ya no hay chance de hacer nada que no sea actuar. El hambre del pueblo, en el sentido amplio de la palabra, no se sacia con palabras bonitas dichas por TV, ni cambiando de nombre o tiñendo unilateralmente de un color todo cuanto se encuentre. Esto tarde o temprano, va a premiar o a demandar a los líderes políticos.

El presidente Chávez, justo después de conocerse los resultados dijo "Seré como San Pablo, me consumiré por la patria... desde ya soy precandidato para el 2012". De esta forma, el mismo promotor de la enmineda, le dió la razón a la oposición que durante un mes exacto señaló al país que "Chávez quería perpetuarse en el poder".(¿Lo hará?) En vez de echarse la soga al cuello, la oposición debe apretarse los pantalones, actuar con firmeza para proponer un proyecto de país y empezar a perfilar un liderazgo que pueda aglutinar, no solo al 45% de los electores, sino también a esa parte considerable de ese 55% que ya ve de reojo a la revolución y, además, que pueda aglutinar una idea de nación, necesariamente apartada del caudillismo y el clientelismo.

Es más que lamentable, deplorable, que después de 15 procesos electorales en 10 años, estamos lejos de ser un país de inclusión donde se respire hermandad. Tampoco se trata de idealizar La Tierra Prometida o un País maravilloso como el de Alicia, pero al menos una patria donde seamos menos hostiles y donde podamos exhibir nuestro punto de vista sin ser acusados, subestimados o excluidos. Puede ser que el "gigante" haya ganado ayer, pero más que Goliat, ayer ganó un discurso, y ese discurso es el que la oposición tendrá que desmontar,o el chavismo tendrá que convertir en hechos en los sucesivos días.

En 2004, George W. Bush ganó las elecciones en EEUU, entonces Michael Moore, documentalista norteamericano y firme opositor a Bush, publicó diez razones para no suicidarse en su página Web. La primera razón era que Bush no podía lanzarse de nuevo como candidato. Nosotros no tenemos diez razones para decirles a los “perdedores” que no se suiciden, ni nueve –si sustraemos la primera de Moore-, tenemos una razón: Venezuela, donde NO hay seis millones de "focas ignorantes" ni cinco millones de "apátridas capitalistas", hay 27 millones de Venezolanos luchando por un país que necesita trabajo, crítica, civismo, tolerancia y también resistencia. ¡Hoy no es día para perder la esperanza sino para nutrirnos de ella!

febrero 11, 2009

Un punto de inflexión (II)

Una vez la periodista italiana, Oriana Fallaci escribió: “El silencio de los que no reaccionan e incluso aplauden al poder, lo he considerado siempre como la muerte verdadera de una mujer o de un hombre”.

Hablar de la cuenta regresiva que nos plantea el referéndum sobre la Enmienda Constitucional este 15 de febrero, es sin duda ponerse en los zapatos del electorado del bloque del SÍ y del bloque del No, de los abstencionistas, de los Ni - Ni y de los jóvenes a los que el CNE les negó el derecho al sufragio. La decisión tomada tendrá repercusiones significativas, pues a partir del 16 de febrero puede que el rumbo del país sea otro más definido.

En cualquier caso, los venezolanos estamos convocados a ejercer nuestro derecho masivamente, y a defender lo que creemos es la mejor opción. Sabemos que las campañas han sido desiguales, porque el Estado ha usado a través del gobierno todas sus instituciones para avasallar a sus adversarios, y aunque la oposición ha hecho uso de su ya acostumbrado, y nada débil, poder mediático, esta vez la pugna por espacios de propaganda en TV no pareciera interesar al gobierno pues descubrieron que repetir el jingle de campaña en los parlantes del Metro es mejor. Además, a falta de propaganda, buenas son las cadenas.

Sin embargo, el NO también ha conseguido movilizar a sus seguidores. Creemos que no se ha dado plenamente una contienda argumentativa, sino un enfrentamiento emotivo del que, siendo muy acuciosos, acaso podrían rescatarse algunas disquisiciones. Con todo, es ineludible salir a votar.

En un país polarizado como el nuestro y donde lo mediático priva, es casi imposible no caer en el juego de repetir discursos, de lo que dijo el líder del gobierno o de la oposición, delante de las cámaras, para convencer del porque votar por el SÍ o por el NO, pero ¿Qué pasa cuando el que habla es el soberano, el que no usa Mercedes Benz, el que sube escaleras día tras días para llegar a casa, el que carga tobitos de agua, el que no come en restaurantes lujosos, sino lo poco de la cesta básica, el que no usa escoltas, sino que se encomienda a Dios? Sencillo: el discurso llega.

Así llego esta frase a nuestros oídos: “Esta gente cree que el pobre no sabe lo que es bueno, ¿Por qué no me regalan un LG o una Electrolux?”. Lo expresó una mujer a un militante del PSUV, refiriéndose a unas lavadoras llamadas “bolivarianas” que estaban entregando en la estación de Petare. Aquella frase retumbó en nuestra mente como tantas otras que hemos venido escuchando de parte del pueblo, frente a las estrategias de algunos “astutos” dirigentes.

Y aquí radica el problema, cuando se subestima a la población, cuando se cree que con regalos y palabras “seductoras”, el ciudadano de a pie ceda a favor de una u otra opción. ¿Será que nuestros “líderes” están convencidos de que el resto de los venezolanos somos borregos? ¿Que no tenemos criterios propios? ¿Que somos material de relleno o simplemente títeres de su circo?

Los venezolanos somos por naturaleza un pueblo noble, muchas veces permisivo y dejado, pero no pendejo. Contrariamente a lo que algunos líderes parecen pensar, en nuestro país hay muchísima gente valiosa, capaz de discernir gracias a un sentido ético y crítico bien formado. Ante estas eminentes elecciones es bueno recordarles que no voten pensando en personalidades y figuras, sino en los proyectos que estos representan; que no piensen en lo que ya está hecho sino en lo que esta por venir; que no cedan a la tentación del show mediático, ni se dejen confundir por “rectificaciones” de última hora que debieron haberse hecho hace años.

¡Ciudadanos! Tengamos la valentía y el coraje de defender desde nuestra trinchera el enfoque que mejor nos parezca, pero no repitiendo como grabadora lo que vemos y escuchamos por los medios de comunicación, sino estudiando los posibles escenarios, cuestionándonos todo el tiempo por qué elegir esa opción y no otra, analizando, comparando y pensando con cabeza fría si esa pregunta -por demás inducida- merece un sí o un no.

Aunque pueda parecerlo, la próxima consulta no es una evaluación de la gestión del presidente que circunstancialmente tenemos –tampoco un examen de la oposición-, sino, al contrario, una revisión sustantiva de nuestra estructura jurídica y política, sin embargo hay ciertas cosas que es mejor tomar en cuenta. Para nadie es un secreto que el gobierno del Presidente Chávez ha tenido aciertos y muy buenas iniciativas y desde aquí en su momento las hemos aplaudido. No obstante hemos alertado sobre algunas discrepancias entre el discurso y la praxis, evidenciado, por ejemplo, en la forma descarada en la que se han usado nuestros recursos para fines personales y partidistas ¿Dónde quedaron las promesas de cero derroches y vida digna para los niños de la calle? ¿Por qué al que disiente se le castiga y se le considera traidor a la patria? ¿Hasta cuándo soportar la cháchara de que el Imperio y la oposición están fraguando un golpe? ¿Qué pasó con la autonomía de los poderes? ¿Por qué será que hasta la fecha el presidente y sus seguidores no han podido responder con firmeza por qué las elecciones son justo ahora y no en otro momento?

También es una realidad que la oposición no se ha caracterizado precisamente por su sensatez y raciocinio. De hecho, durante estos diez años ha sido claramente superada por el Gobierno Nacional en el juego político propiamente dicho, no en el desempeño de sus gestiones sino en la batalla política por los corazones y mentes de los venezolanos. Ha cometido gravísimos errores y sus credenciales democráticas no han sido las mejores, sobre todo en el período 2000 – 2004. En definitiva, no ha logrado calar dentro de la sociedad como una alternativa verdadera y válida a la propuesta política del Presidente Chávez.

Sin embargo, en los últimos años las fuerzas opositoras han logrado victorias importantes que demuestran que si el deseo va acompañado de buena fe, convicciones democráticas y sensatez, puede cristalizar, aunque habría que aclarar que varios de estos triunfos son asignables al colectivo, y no a sus dirigentes. La oposición ha colocado muchas veces sus intereses partidistas e individuales por encima del colectivo lo que ha ocasionado derrotas en momentos estratégicos. Múltiples veces han caído en la trampa del gobierno y en el embeleco de los mass media y estos hechos tampoco deben olvidarse.

A los que no se sienten identificados con ningún proyecto y también a los que no se les dio la oportunidad de inscribirse en el registro electoral les insistimos en que la lucha es peleando por los que crean sus derechos. No ejercer la lucha sería formar parte de la masa acrítica –sin criterio- y poco sensible de este país. No estar alineado a ningún bloque o partido no significa ser apático, pues la independencia en la política también es una posición digna del individuo que, preocupado por su entorno, celebra su propia autonomía. Así que desde esta tribuna donde siempre hemos respetado a los que comulgan con nosotros y, más aún, a quienes están en desacuerdo con nuestra posición, les pedimos simplemente que voten con conciencia y quienes no puedan hacerlo que salgan a la calle pacíficamente a defender su punto de vista, pensando en un proyecto a largo plazo: Venezuela.