La inteligencia de la calle es la apuesta a la que más se le puede confiar el futuro en estos momentos. La inteligencia de la calle recibe neveras y licuadoras pero vota en contra de ellas. Escucha pacientemente los innumerables e interminables discursos, o simplemente los apaga porque ya sabe lo que va a escuchar. La inteligencia de la calle conoce sus derechos, ve como los violan, pero sabe que tarde o temprano la justicia se impondrá. La inteligencia de la calle ve como su voto se esfuma entre dos polos, pero en algunas ocasiones se arrima a uno u otro porque sabe golpear donde duele.
La inteligencia de la calle se consigue en todos lados, puede ser que esté a bordo de una moto, trabajando todo el día, y en una de esas le pides una carrerita al CCCT y te dice: “Este Presidente sí es fastidioso, ya salimos de unas elecciones y se pone otra vez y que en campaña, y la gente gafa que se pone a pararle. Igualito ese referéndum va y le vamos a decir que no, lo que hay que hacer ahorita es celebrar la navidad”.
Pero existe también la ignorancia de las masas, esa que sale en Globovisión vestida de azul con la cara enrojecida de cólera tratando de “convencer” a alguien -que está ya de su lado -de la inconstitucionalidad de tal o cual capricho presidencial. Otras veces se viste de rojo y mira de lejos como pintan la fachada de la Alcaldía Mayor de consignas y groserías y solo atina a decir: “¡Qué feo dejaron eso! Pero no importa, mañana mi Presidente dice que fueron unos escuálidos disfrazados y listo”.
Lo bueno de todo es que uno se topa cada vez más con la inteligencia callejera que con la ignorancia masiva, y es fácil saber por qué: una está en la calle y la otra está en la televisión. Una respira aire puro, la otra está contaminada de rayos catódicos. Una llora frente al ataúd de su ser querido asesinado, mientras la otra lo filma o lo niega colocando en su lugar una “Venezuela de verdad”. Una vive, la otra existe de manera artificial. Una ejerce sus derechos ciudadanos, la otra libra consecuentes “batallas” politiqueras y mediáticas.
Ya se escuchan a lo lejos trompetas de guerra, ya se empiezan a armar comandos de campaña. Los tiempos en televisión y los centímetros de prensa se pierden entre el odio y la revancha. La inteligencia callejera no huye de esto, al contrario, lo asume como parte de la vida, pero sonríe porque sabe que el turno no es ahorita. Cierra la página del periódico, le da un beso a sus hijos y pone música, porque es navidad, porque sabe que hace unas semanas atrás golpeó con fuerza y que pronto volverá a golpear. Una enmienda no le quita el sueño, porque sabe que al final, la palabra es suya, sea en 2009 o en 2012.
Mientras tanto, la ignorancia masiva aplaude ante el televisor cuando escucha que el Gobierno central traspasa hospitales, canales de TV y escuelas a sus dominios. O grita desaforada ante la pantalla cuando encadenan la señal por quinta vez en el día. Algunos descansan sus ojos para acudir a los encuentros con su líder, perdidos entre otros miembros de la masa mirando embobados a la tarima en lo alto una sombra de guayabera roja, alterada, insultando a diestra y siniestra, luego llega a su casa a verse de nuevo ante el “mago de la cara de vidrio”, y sólo entonces saber que sí fue verdad que estuvo allí.
La inteligencia callejera sabe que no necesita pedir permiso a nadie para descansar, sabe que debe tarde o temprano acudir a la cita, pero mientras tanto, compra regalos, decora su casa, habla a los niños del amor de estas fechas, de lo especial de diciembre, escucha gaitas, canta aguinaldos y deja de lado todo sentimiento negativo. Se concentra en vivir y no en sobrevivir. No se preocupa, se ocupa. No se enceguece, abre más los ojos. No obedece todo lo que le ordenan, se cuestiona y guarda su respuesta para el momento preciso, sea esta SÍ o NO.
¡Feliz año nuevo 2009!
Nota: Las frases entrecomilladas son reales.
PD: Nosotros nos preguntamos, ¿qué va a pasar con la propuesta de enmienda si pierde en febrero? ¿Acudirán ahora sí, al “pueblo” para insistir con lo mismo? ¿De no ser aprobada la enmienda “el soberano” solicitará una asamblea constituyente como ultimo recurso? ¿Está preparado el PSUV para seguir con su revolución sin Chávez en la presidencia?
¿Qué va a pasar después de las elecciones parlamentarias? ¿Qué van a hacer los diputados que convirtieron la AN en un apéndice del PSUV cuando tengan menos mayoría, cuidado si no, cuando se vean reducidos en su poder dentro del Parlamento?
¿Qué va a pasar dentro del PSUV en los días previos a las elecciones presidenciales?
¿Qué otras oportunidades perderá la oposición cuando se vean atragantados con las brechas que el destino les está abriendo? ¿Seguirán tratando de mantener pegada con cinta adhesiva la mentada “unidad”? ¿Cuántas máscaras se caerán desde aquí hasta el 2012? ¿Cuáles “líderes” se verán beneficiados de la situación? ¿Cuánto subirá la inflación mientras tanto? ¿Cuántos asesinatos habrá? ¿Cuántos secuestros se consumarán?
La inteligencia de la calle se consigue en todos lados, puede ser que esté a bordo de una moto, trabajando todo el día, y en una de esas le pides una carrerita al CCCT y te dice: “Este Presidente sí es fastidioso, ya salimos de unas elecciones y se pone otra vez y que en campaña, y la gente gafa que se pone a pararle. Igualito ese referéndum va y le vamos a decir que no, lo que hay que hacer ahorita es celebrar la navidad”.
Pero existe también la ignorancia de las masas, esa que sale en Globovisión vestida de azul con la cara enrojecida de cólera tratando de “convencer” a alguien -que está ya de su lado -de la inconstitucionalidad de tal o cual capricho presidencial. Otras veces se viste de rojo y mira de lejos como pintan la fachada de la Alcaldía Mayor de consignas y groserías y solo atina a decir: “¡Qué feo dejaron eso! Pero no importa, mañana mi Presidente dice que fueron unos escuálidos disfrazados y listo”.
Lo bueno de todo es que uno se topa cada vez más con la inteligencia callejera que con la ignorancia masiva, y es fácil saber por qué: una está en la calle y la otra está en la televisión. Una respira aire puro, la otra está contaminada de rayos catódicos. Una llora frente al ataúd de su ser querido asesinado, mientras la otra lo filma o lo niega colocando en su lugar una “Venezuela de verdad”. Una vive, la otra existe de manera artificial. Una ejerce sus derechos ciudadanos, la otra libra consecuentes “batallas” politiqueras y mediáticas.
Ya se escuchan a lo lejos trompetas de guerra, ya se empiezan a armar comandos de campaña. Los tiempos en televisión y los centímetros de prensa se pierden entre el odio y la revancha. La inteligencia callejera no huye de esto, al contrario, lo asume como parte de la vida, pero sonríe porque sabe que el turno no es ahorita. Cierra la página del periódico, le da un beso a sus hijos y pone música, porque es navidad, porque sabe que hace unas semanas atrás golpeó con fuerza y que pronto volverá a golpear. Una enmienda no le quita el sueño, porque sabe que al final, la palabra es suya, sea en 2009 o en 2012.
Mientras tanto, la ignorancia masiva aplaude ante el televisor cuando escucha que el Gobierno central traspasa hospitales, canales de TV y escuelas a sus dominios. O grita desaforada ante la pantalla cuando encadenan la señal por quinta vez en el día. Algunos descansan sus ojos para acudir a los encuentros con su líder, perdidos entre otros miembros de la masa mirando embobados a la tarima en lo alto una sombra de guayabera roja, alterada, insultando a diestra y siniestra, luego llega a su casa a verse de nuevo ante el “mago de la cara de vidrio”, y sólo entonces saber que sí fue verdad que estuvo allí.
La inteligencia callejera sabe que no necesita pedir permiso a nadie para descansar, sabe que debe tarde o temprano acudir a la cita, pero mientras tanto, compra regalos, decora su casa, habla a los niños del amor de estas fechas, de lo especial de diciembre, escucha gaitas, canta aguinaldos y deja de lado todo sentimiento negativo. Se concentra en vivir y no en sobrevivir. No se preocupa, se ocupa. No se enceguece, abre más los ojos. No obedece todo lo que le ordenan, se cuestiona y guarda su respuesta para el momento preciso, sea esta SÍ o NO.
¡Feliz año nuevo 2009!
Nota: Las frases entrecomilladas son reales.
PD: Nosotros nos preguntamos, ¿qué va a pasar con la propuesta de enmienda si pierde en febrero? ¿Acudirán ahora sí, al “pueblo” para insistir con lo mismo? ¿De no ser aprobada la enmienda “el soberano” solicitará una asamblea constituyente como ultimo recurso? ¿Está preparado el PSUV para seguir con su revolución sin Chávez en la presidencia?
¿Qué va a pasar después de las elecciones parlamentarias? ¿Qué van a hacer los diputados que convirtieron la AN en un apéndice del PSUV cuando tengan menos mayoría, cuidado si no, cuando se vean reducidos en su poder dentro del Parlamento?
¿Qué va a pasar dentro del PSUV en los días previos a las elecciones presidenciales?
¿Qué otras oportunidades perderá la oposición cuando se vean atragantados con las brechas que el destino les está abriendo? ¿Seguirán tratando de mantener pegada con cinta adhesiva la mentada “unidad”? ¿Cuántas máscaras se caerán desde aquí hasta el 2012? ¿Cuáles “líderes” se verán beneficiados de la situación? ¿Cuánto subirá la inflación mientras tanto? ¿Cuántos asesinatos habrá? ¿Cuántos secuestros se consumarán?
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