Una discusión de vieja data
Nuevamente los medios masivos son el punto focal en la agenda de la opinión pública nacional. Las recientes amenazas del Presidente de la República sobre tomar medidas extremas contra Globovisión, han colocado el tema de la función de los medios en nuestro país como principal centro de interés, una discusión que ya posee años de altibajos en el país.
El debate sobre el papel de los medios, en especial de la televisión, no es algo nuevo. Hace poco, ante la promulgación de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión y, luego, con el tema de Radio Caracas Television (ahora conocida como RCTV Internacional) y la creación de la Televisora Venezolana Social (TVES), re-descubrimos el proyecto RATELVE impulsado por el teórico venezolano Antonio Pasquali y otros insignes comunicólogos del Instituto Nacional de Investigaciones de la Comunicación (ININCO). Ese proyecto vio luz en los años 70 y, desde entonces, el tema va y viene según la coyuntura que lo impulsa o lo regresa al olvido.
Es interesante que esta polémica haya regresado a la palestra pública justo de la mano de las opiniones de dos representantes de la izquierda venezolana, José Vicente Rangel y de Vladimir Villegas. Y decimos que es interesante en tanto que, cuando la izquierda seria reclama el rescate de esta discusión, lo hace justamente para establecer desde un punto de vista crítico, propio del pensamiento impulsado por los teóricos de la Escuela de Frankfurt -escuela filosófica de planteamientos freudomarxistas-, el papel de los medios como mecanismos modeladores de opiniones y actitudes en nuestra sociedad masificada, y de la aberración que ocurre cuando la función educativa e informativa de la Televisión se ve influida por la función de entretener a partir de la producción serializada de “objetos culturales” (Industria Cultural). En cambio, cuando la bandera es alzada por el pensamiento conservador, generalmente se hace en la vía de la búsqueda de mecanismos de control y manejo de la opinión pública a favor del poder.
Es interesante ver entonces que un gobierno autoproclamado socialista, progresista y de izquierda, esgrime argumentos en su propio beneficio con la excusa del bienestar colectivo. Es decir, un discurso conservador disfrazado de crítico, o también, una mano derecha disfrazada de zurda.
La Venezuela mediática
El gobierno ataca a los canales privados, en especial Globovisión, atribuyéndole características que le son igualmente propias - acaso más profundamente- a los canales del Estado. Los acusa de mentirosos cuando VTV oculta información; los señala de manipuladores cuando “el canal de todos los venezolanos” emite micros que comparan a los defensores de la propiedad privada con Vito Corleone. Es tanta la similitud de los mecanismos de uno y otro canal, que en muchas ocasiones sólo sabemos a cual de los dos acudimos cuando vemos la mosca que los identifica.
Por otro lado está el caso de la “nueva” Venevisión, que luego de aquella reunión entre el Presidente y Gustavo Cisneros, modificó su línea editorial a un pretendido punto medio, a ratos más parecido a la autocensura que a la sensatez, que a veces resulta sonso, insípido, acrítico, llegando incluso a rozar la adulación a favor del Gobierno. Eso sí, sin llegar nunca al caso extremo del de VTV.
Los medios de comunicación, según la UNESCO, tienen tres grandes funciones: Educar, informar y entretener. Pero desde hace un tiempo para acá, el entretenimiento ha sido la principal actividad de los medios venezolanos, y se ha observado una suerte de espectacularización de la información, convirtiendo de esta manera programas informativos y de opinión en verdaderos shows, tal como ocurre con La Entrevista de Miguel Ángel Rodríguez, con el Aló Ciudadano de Leopoldo Castillo y también con La Hojilla de Mario Silva.
La función de difusión educativa y cultural ha quedado relegada a medios como Vale TV, con una programación de calidad conformada mayormente por documentales, casi todos producidos en otras latitudes . Paradójicamente (¿o no?) también este medio, propiedad de la Iglesia Católica, ha sido en el pasado objeto de amenazas del Gobierno Nacional para quitarle la concesión, como aparente corolario de las tensiones entre el Poder Ejecutivo y los representantes del Vaticano en Venezuela.
Y es que los mass media tienen como audiencia precisamente a una masa moldeable a su naturaleza “Pop”. No es que seamos masa, es que nos convertimos inevitablemente en masa cuando acudimos al show mediático. Cosa que no ocurre con otros medios como Internet, donde la interactividad y el diálogo entre individuos y/o colectivos se convierten en el entorno natural propio de la Web.
El asunto entonces es que oficios nobles como el periodismo se convierten en simple espectáculo a la luz de los mass media, los cuales sólo responden al share y al rating de una audiencia acostumbrada a consumir productos prefabricados. Un círculo vicioso del que necesariamente el periodismo debe escapar. En la Televisión, y en menor medida en la radio, los periodistas nos convertimos en actores, en artistas, en productos de entretenimiento. Y por ende, el periodismo se convierte en una especie de precursor de los Reality Shows. Hace unos años, Ernesto Villegas realizó una visita a la Escuela de Comunicación Social de la UCV, y contó que en un momento determinado se dio cuenta que su antiguo programa en VTV disminuía su rating cuando él trataba de asumir un enfoque equilibrado para tocar los contenidos políticos. Es decir, el radicalismo político se ha convertido en una preciada mercancía comunicacional, rentable a más no poder. La polarización es hoy un negocio con buenas cifras de consumo, y casi nadie quiere arriesgarse. Parece menos riesgoso creer y hacer creer que la mesura y la ecuanimidad no venden.
Los medios masivos deben necesariamente retomar su función informativa. Rescatar el uso de los géneros periodísticos, escapar de la excusa falaz de “dar al público lo que quiere” y centrarse en informar de manera oportuna y veraz, honesta e imparcial. Los periodistas debemos impedir que el medio trastoque los principios que cimientan el ejercicio del oficio. Tener presente que egresamos de una Universidad y no de una Escuela de actuación, y que nuestro compromiso irrenunciable es con la verdad y con el público.
...continuará.
Nuevamente los medios masivos son el punto focal en la agenda de la opinión pública nacional. Las recientes amenazas del Presidente de la República sobre tomar medidas extremas contra Globovisión, han colocado el tema de la función de los medios en nuestro país como principal centro de interés, una discusión que ya posee años de altibajos en el país.
El debate sobre el papel de los medios, en especial de la televisión, no es algo nuevo. Hace poco, ante la promulgación de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión y, luego, con el tema de Radio Caracas Television (ahora conocida como RCTV Internacional) y la creación de la Televisora Venezolana Social (TVES), re-descubrimos el proyecto RATELVE impulsado por el teórico venezolano Antonio Pasquali y otros insignes comunicólogos del Instituto Nacional de Investigaciones de la Comunicación (ININCO). Ese proyecto vio luz en los años 70 y, desde entonces, el tema va y viene según la coyuntura que lo impulsa o lo regresa al olvido.
Es interesante que esta polémica haya regresado a la palestra pública justo de la mano de las opiniones de dos representantes de la izquierda venezolana, José Vicente Rangel y de Vladimir Villegas. Y decimos que es interesante en tanto que, cuando la izquierda seria reclama el rescate de esta discusión, lo hace justamente para establecer desde un punto de vista crítico, propio del pensamiento impulsado por los teóricos de la Escuela de Frankfurt -escuela filosófica de planteamientos freudomarxistas-, el papel de los medios como mecanismos modeladores de opiniones y actitudes en nuestra sociedad masificada, y de la aberración que ocurre cuando la función educativa e informativa de la Televisión se ve influida por la función de entretener a partir de la producción serializada de “objetos culturales” (Industria Cultural). En cambio, cuando la bandera es alzada por el pensamiento conservador, generalmente se hace en la vía de la búsqueda de mecanismos de control y manejo de la opinión pública a favor del poder.
Es interesante ver entonces que un gobierno autoproclamado socialista, progresista y de izquierda, esgrime argumentos en su propio beneficio con la excusa del bienestar colectivo. Es decir, un discurso conservador disfrazado de crítico, o también, una mano derecha disfrazada de zurda.
La Venezuela mediática
El gobierno ataca a los canales privados, en especial Globovisión, atribuyéndole características que le son igualmente propias - acaso más profundamente- a los canales del Estado. Los acusa de mentirosos cuando VTV oculta información; los señala de manipuladores cuando “el canal de todos los venezolanos” emite micros que comparan a los defensores de la propiedad privada con Vito Corleone. Es tanta la similitud de los mecanismos de uno y otro canal, que en muchas ocasiones sólo sabemos a cual de los dos acudimos cuando vemos la mosca que los identifica.
Por otro lado está el caso de la “nueva” Venevisión, que luego de aquella reunión entre el Presidente y Gustavo Cisneros, modificó su línea editorial a un pretendido punto medio, a ratos más parecido a la autocensura que a la sensatez, que a veces resulta sonso, insípido, acrítico, llegando incluso a rozar la adulación a favor del Gobierno. Eso sí, sin llegar nunca al caso extremo del de VTV.
Los medios de comunicación, según la UNESCO, tienen tres grandes funciones: Educar, informar y entretener. Pero desde hace un tiempo para acá, el entretenimiento ha sido la principal actividad de los medios venezolanos, y se ha observado una suerte de espectacularización de la información, convirtiendo de esta manera programas informativos y de opinión en verdaderos shows, tal como ocurre con La Entrevista de Miguel Ángel Rodríguez, con el Aló Ciudadano de Leopoldo Castillo y también con La Hojilla de Mario Silva.
La función de difusión educativa y cultural ha quedado relegada a medios como Vale TV, con una programación de calidad conformada mayormente por documentales, casi todos producidos en otras latitudes . Paradójicamente (¿o no?) también este medio, propiedad de la Iglesia Católica, ha sido en el pasado objeto de amenazas del Gobierno Nacional para quitarle la concesión, como aparente corolario de las tensiones entre el Poder Ejecutivo y los representantes del Vaticano en Venezuela.
Y es que los mass media tienen como audiencia precisamente a una masa moldeable a su naturaleza “Pop”. No es que seamos masa, es que nos convertimos inevitablemente en masa cuando acudimos al show mediático. Cosa que no ocurre con otros medios como Internet, donde la interactividad y el diálogo entre individuos y/o colectivos se convierten en el entorno natural propio de la Web.
El asunto entonces es que oficios nobles como el periodismo se convierten en simple espectáculo a la luz de los mass media, los cuales sólo responden al share y al rating de una audiencia acostumbrada a consumir productos prefabricados. Un círculo vicioso del que necesariamente el periodismo debe escapar. En la Televisión, y en menor medida en la radio, los periodistas nos convertimos en actores, en artistas, en productos de entretenimiento. Y por ende, el periodismo se convierte en una especie de precursor de los Reality Shows. Hace unos años, Ernesto Villegas realizó una visita a la Escuela de Comunicación Social de la UCV, y contó que en un momento determinado se dio cuenta que su antiguo programa en VTV disminuía su rating cuando él trataba de asumir un enfoque equilibrado para tocar los contenidos políticos. Es decir, el radicalismo político se ha convertido en una preciada mercancía comunicacional, rentable a más no poder. La polarización es hoy un negocio con buenas cifras de consumo, y casi nadie quiere arriesgarse. Parece menos riesgoso creer y hacer creer que la mesura y la ecuanimidad no venden.
Los medios masivos deben necesariamente retomar su función informativa. Rescatar el uso de los géneros periodísticos, escapar de la excusa falaz de “dar al público lo que quiere” y centrarse en informar de manera oportuna y veraz, honesta e imparcial. Los periodistas debemos impedir que el medio trastoque los principios que cimientan el ejercicio del oficio. Tener presente que egresamos de una Universidad y no de una Escuela de actuación, y que nuestro compromiso irrenunciable es con la verdad y con el público.
...continuará.
5 comentarios:
Estupendo texto, felicidades nuevamente por su ojo crítico y su pluma equilibrada.
Aunque no es el corazón del artículo, "la mano derecha disfrazada de zurda" me llamó mucho la atención, hace ya algún tiempo que el gobierno muestra, en diversas actuaciones, su lado conservador mientras se promociona como la nueva izquierda del siglo XXI.
Pero es que los periodistas no somos los dueños de los medios de comunicación social del país…
Es lamentable lo que sucede con los medios de comunicación en el país, mírese desde donde se mire la problemática. Parece ya una discusión sin fin, un barril sin fondo. Confieso que ya casi me arropa un pesimismo absoluto.
El texto, a mi modo de ver, es excelente porque capta la triste realidad mediática venezolana. Ciertamente lo lamentable es que el periodismo está en medio de todo este rollo.
Difícilmente los dueños de los medios dejen de defender sus intereses económicos para comprometerse con la gente y con la verdad. Y peor aún, veo muy difícil que el gremio periodístico (tan dividido actualmente) y movido también por sus intereses particulares pueda y quiera hacer algo en pro de esta “noble profesión”, como se señala en el texto.
No sé hasta qué punto el hecho de tener que llevar “la papa” para la casa, justifica lo que muchos ¿periodistas? estamos haciendo con la profesión.
Gracias Carlos, gracias Erick.
En efecto, los periodistas no somos los dueños de los medios, pero el proceso de polarización ha sido tal, que los periodistas terminamos identificándonos con las líneas editoriales de los medios en los que trabajamos.
La pasión de las preferencias políticas han mermado la ética profesional. Es triste ver, por ejemplo, a una periodista en Globovisión dar una "primicia" al aire que le mandaron a su Blackberry de la naturaleza de "Eliminaron el cupo de Internet en CADIVI", y que luego la noticia haya sido falsa.
¿Que mueve a un periodista a dar una noticia tan delicada en vivo sin comprobar la veracidad de la misma? No creo que paraa esa periodista llevar la papa a la casa sea un problema. El problema es que antepone su parcialidad política a su ética profesional. Y eso es grave mi hermano, es super grave que eso ahora sea "normal".
Chic@s un texto sin duda alguna excelente, no tanto porque exponen con propiedad sus argumentos y demuestran en los mismo que se tomaron el tiempo para sustentar bien sus bases teóricas, sino porque desde mi punto de vista dieron en el punto justo y es precisamente que los periodistas más allá del 15 y el último deben tener en cuenta que la noticia NO es una mercancía, sino un hecho relevante para la opinión pública que debe facilitar al lector una visión de conjunto, global e integradora de los hechos que informa.
Si bien la doctrina de la objetividad ha caído por su propio peso, porque ha quedado demostrado que es casi imposible hacer presentación de los hechos sin elementos subjetivos, no es meno cierto que el Comunicador serio, es decir con vocación de servicio, con ética y con un profundo respeto hacia su receptores debe velar porque mínimo cada vez que se enfrente a un hecho lo haga de manera imparcial, con veracidad, con profesionalismo. Donde la enajenación del periodista por la línea editorial de la empresa comunicacional para la que trabaja quede a un lado.
¡Basta ya! de que una profesión tan digna y de tanto prestigio, se venga a menos por unos cuantos que dejan de comprobar e interpretar los hechos en su contexto solo por su posición política.
Que los dueños de los medios lo hagan no me preocupa la mayoría no son periodistas, son empresarios por lo tanto piensan en divisas, pero que un licenciad@ en Comunicación lo haga me deprime
Mientras esto continúe en nuestro país y también en muchos otros, seguiremos dándole dividendos a la industria cultural construyendo masas acríticas. El reto del nuevo periodista es desde mi concepción hacer – y aquí si vale una teoría de actuación- un rompimiento a lo Berthold Breth (por cierto marxista), es decir un distanciamiento en dos vertientes la primera: entre el periodista y su audiencia donde lo que se busque es que el público asimile primero de manera racional los hechos y después lo haga- si se quiere desde lo pasional, con fin de que sea él y no el periodista quien reflexione por sí mismo. La segunda es: entre el periodista y el suceso, para el ello el comunicador debe alejarse lo más que pueda de sus apreciaciones para intentar reflejar realidades y no abstracciones que lo que producen es una desviación hacia realidad fragmentada.
Orgullosa de ustedes una vez mas por este texto.
Estaré en la segunda parte oki!!!!!!!!!!
Gracias muchachos por escribir y rescatar la autoestima y el respeto de los malogrados NI-NI. Este país no debe ser de ningún extremo, aunque ellos también deberían caber en el país que queremos.
Gracias por informar, tan sólo ahora me entero de qué es el proyecto RATELVE. Un gran abrazo.
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