abril 06, 2010

Frente a la conspiración, Acción

A continuación les presentamos una nueva colaboración del, ya casi parte de la familia ProMedio, Elías Darío Paz. En esta oportunidad, Paz nos trae una reflexión partiendo de un hecho de nuestra historia contemporánea que muy oportunamente trae a recordar. Iniciemos el diálogo.


Despierta suspicacia que de uno de los eventos de paz más importantes de la historia de Venezuela, quizá el más importante del naciente siglo XXI, no hable ningún actor político ni sea recordado o referido por medio de comunicación alguno. Me refiero a la Declaración contra la Violencia, por la Paz y la Democracia, suscrita entre el Gobierno Nacional y la Coordinadora Democrática el 18 de marzo de 2003. Si bien es cierto que esta última ya no existe como red unificadora de sectores importantes de la oposición política, también muchos de los actores que apoyaban al gobierno ya no lo hacen. Nuevos se han incorporado, otros han retirado el apoyo. Sin embargo, lo que sería digno de rescatar es el espíritu elevado con que el cual se suscribió esta Declaración.

La Declaración es un documento único en su estilo y tiene el mérito de haber contribuido a evitar el enfrentamiento abierto entre venezolanos. Primero, porque actores que se consideraban adversarios se reconocieron como representantes válidos en el marco de una Mesa de Negociación y Acuerdos. Segundo, porque esta carta se firma - gracias al apoyo de mediadores internacionales (OEA, Centro Carter y PNUD) - en un momento difícil, justo después del intento de golpe de Estado y el paro petrolero, ambos de en 2002. La introducción del mismo expresa: “Convencidos de nuestras elevadas responsabilidades en este momento histórico, y conscientes también de la profunda vocación democrática del pueblo venezolano, que por ello ama la paz y desea la reconciliación, rechaza las opciones contrarias a la constitución y abraza la democracia, las delegaciones que en esta Mesa de Negociación y Acuerdos (…) hemos decidido suscribir en forma conjunta la presente DECLARACIÓN CONTRA LA VIOLENCIA, POR LA PAZ Y LA DEMOCRACIA EN VENEZUELA. Con ella, esperamos dejar meridianamente clara nuestra convicción de que el pueblo venezolano tiene una inquebrantable voluntad para fortalecer sus valores esenciales como sociedad organizada, amenazados por un clima de confrontación y de conflicto que debe detenerse. Esperamos, con esta declaración, contribuir significativamente en el afianzamiento de un clima de entendimiento entre todos los venezolanos”.

¡Cuánto celebraríamos la mayoría de los venezolanos (al menos el 60% que no le gusta la peligrosa vía por la que se están encaminando actualmente las cosas en el país), la instalación de una Mesa de Diálogo como ésta!

La Carta sigue de esta manera: “1) Rechazamos la intemperancia verbal, las recriminaciones mutuas, el lenguaje hiriente y cualquier retórica que de alguna manera contribuya o estimule la confrontación. Proponemos el uso de un lenguaje de respeto mutuo, de tolerancia, de consideración por las ideas ajenas, de supremo aprecio por la vida y sus valores esenciales, y especialmente por la dignidad humana cuya preeminencia ha sido consustancial al pueblo venezolano (…) 3) Rechazamos categóricamente que manifestaciones de violencia e intolerancia, así como expresiones que signifiquen agravio u ofensa, puedan ser forma de dirimir las diferencias políticas. Por ello, nos comprometemos a colocar todo nuestro esfuerzo en crear condiciones que permitan fortalecer y consolidar un clima de paz y tolerancia, en el cual se resuelvan las divergencias por medios pacíficos y democráticos. (…) 6) En esta campaña por la paz y la democracia y contra la violencia y la intolerancia, los medios de comunicación social públicos y privados, juegan un papel de fundamental trascendencia, mediante la emisión de programas y mensajes que promuevan la paz, la tolerancia y la convivencia. 7) Asumimos el compromiso de mantener y perfeccionar un enlace permanente (…)”.

Al leer este articulado valdría la pena reeditar unos ejemplares de esta Declaración y facilitarle algunas copias a políticos y moderadores de programas televisivos y de radiodifusión para que se dieran una vueltica por estas grandiosas líneas y realmente ofrecieran su aporte a la consolidación de este compromiso.

Estoy convencido que el actual clima de tensión y enfrentamiento político de los venezolanos no es casual, que no es producto de utopistas enfrentados por la incompatibilidad de proyectos ideales. No me cabe la menor duda de que detrás de este ambiente de confrontación hay grupos interesados en poner a Venezuela en una situación crítica de consecuencias peligrosas. Existe una conspiración en marcha.
Todo aquel que apuesta por proyectos que no incluyan a todos los venezolanos, que apueste al todo o nada, al estás conmigo o estás en mi contra, es un conspirador y como tal debe ser señalado. Todo aquel que está dispuesto a eliminar al otro con tal de imponer una idea o prevalecer en el poder, es un conspirador. Todo aquel que insinúa llegar hasta las últimas consecuencias si “el otro” ocupa su lugar, es un conspirador. Todo aquel que habla de guerra en vez de hablar de paz, entendimiento y reconciliación, es un conspirador. Son contados los actores políticos que asumen esta actitud, pero la presencia que tienen en los medios es excesiva.

Aún no hemos medido las consecuencias de las “formas” como se están haciendo y diciendo las cosas en nuestro país. Las formas dan el ser a las cosas, y poco a poco el lenguaje violento, la promoción de puntos antagónicos, el no reconocimiento del otro, están generando un efecto que pudiera tener consecuencias irreversibles si no los detenemos a tiempo.

Como señalé en mi artículo anterior, es momento en de que ese 60% de venezolanos (algunos llamados NiNi) despertemos y nos movilicemos. No basta con ser críticos y decirnos a nosotros mismos “las cosas no pueden seguir así”, etc. No hay tiempo para la queja, el país necesita de un tercer aire, un viento de unificación, encuentro, perdón y hermandad.

Ante la pregunta ¿cómo hacerlo? soy de la opinión de participar en todos los espacios que estén a nuestro alcance, de hacer visible nuestro punto de vista, de movilizarnos como grupo -o bien dentro de otros- a fin de crear puentes entre los sectores enfrentados. Sólo así será posible neutralizar a aquéllos que se traen entre manos un plan indeseable para Venezuela porque, ¿qué de bueno puede traer a nuestro país fomentar un enfrentamiento violento entre sectores políticos y sociales de Venezuela? División, debilitamiento de la soberanía, vulnerabilidad del territorio, inseguridad humana, escasez y, en consecuencia, penetración de señores de la guerra, de capitales transnacionales de dudosa intencionalidad, de gobiernos extranjeros y de grupos terroristas o irregulares, etc. Si queremos paz, si realmente queremos a nuestro país, reflexionemos y actuemos; y si ya estamos accionando, motivemos a aquellos que aún ven los toros desde la barrera. Hagámoslo, “convencidos de nuestras elevadas responsabilidades en este momento histórico”.

Elías Darío Paz

No hay comentarios: