Los venezolanos recientemente hemos acudido a un par de citas con la historia. Por primera vez, los distintos partidos políticos realizaron una convocatoria abierta a la ciudadanía y a su militancia para escoger candidatos de sus respectivas toldas a cargos públicos, en este caso, a diputados para la Asamblea Nacional.
Pese a los escollos que supone toda invocación ciega a la imperativa unidad de un polo y otro, juzgamos positivo el hecho de que se haya preferido, en mayor o menor medida, consultar al colectivo sobre la escogencia de los posibles diputados que nos representarían en una nueva Asamblea Nacional, en la cual, de seguro, coexistirá con el sector pro-gobierno una presencia importante de la oposición venezolana.
Sin embargo, en ambas primarias hubo hechos que empañaron de una u otra forma la “fiesta democrática”.
El 25 de abril, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) realizó sus primarias. Antecedió a este día el anuncio de los candidatos por consenso en los circuitos donde no se realizó consulta al pueblo. Muchos de estos nombres generaron molestias en ciertos sectores de redes sociales como Twitter, desde donde se señalaron de “cogolléricas” y “desacertadas” algunas candidaturas como las de Julio Borges en Miranda, Manuel Rosales en Zulia, o Stalin González en Distrito Capital. Sin mencionar la crisis que desató el hecho de no haber elegido a Enrique Mendoza como candidato, crisis que permite a algunos inferir cierta arrogancia del personaje, y a su vez, cierta actitud obtusa de la MUD".
La jornada electoral de la oposición transcurrió normal. El apoyo del CNE no les fue estorbo a quienes desconfían de la institución. Los resultados se anunciaron esa misma noche, destacando la participación de un 9,36% del total del padrón electoral, cifra que mientras era acogida por unos como éxito, no tardaron en calificar de fracaso desde la otra acera.
El siguiente domingo fue el turno de los colorados del PSUV. A diferencia de la MUD (que dejó abierta la posibilidad de participación a todos los electores inscritos en el Registro Electoral de las circunscripciones en disputa), el PSUV solamente convocó a sus militantes, dejando por fuera a partidos aliados como el Partido Comunista de Venezuela (PCV). Así, la maquinaria oficialista se volcó a hacer de sus primarias “un ejemplo de democracia y de lealtad al Presidente”.
La jornada transcurrió normal y fue bastante propagada por medios oficiales y privados, incluso daba la sensación de que algunos medios privados, como Venevisión, le dieron mayor cobertura.
Aparte del episodio de las preguntas de la periodista de Televen que incomodaron al Presidente en la pequeña rueda de prensa que dio al momento de ejercer su voto, no hubo mayor cosa noticiosa qué subrayar. Los resultados se dieron en la noche, más tarde que en el caso de la primarias de la MUD, y no se dieron resultados numéricos. Tan sólo se anunciaron en la voz de Cilia Flores, los candidatos que resultaron principales y los que quedaron como suplentes, destacándose entre los beneficiados por el voto peseuvista algunos jóvenes candidatos, estudiantes y ex estudiantes.
Cabe destacar también, la derrota de ciertos candidatos mediáticos como Mario Silva, así como la de varios de los hoy diputados que no podrán repetir en sus cargos ¿Castigo popular?
Todo habría sido normal de no ser por un artículo de Aporrea que desencadenó una serie de protestas y quejas de parte de la militancia oficialista sobre presuntos problemas de ventajismo de parte de ciertos candidatos apoyados por dirigentes del PSUV, gobernadores y alcaldes en función. Si bien la dirigencia peseuvista pidió que “se investigarán” tales denuncias, es cierto que a nadie más debería sorprender el hecho, puesto que es conocida la práctica ventajista que realiza el PSUV en las elecciones regulares. En todo caso, se puede preveer el destino de la supuesta investigación al ver la reacción de personajes como Cilia Flores cuando se tocó el tema en la Asamblea Nacional.
En hechos más recientes, el presidente Chávez anunció los nombres de los candidatos por lista del PSUV, entre los que destacan Diosdado Cabello y Cilia Flores encabezando listas de Monagas y Distrito Capital respectivamente. Llama la atención que Cabello haya sido designado en Monagas y no en Miranda, como se podría esperar, además de los numerosos nombres de ministros que aparecen como candidatos a Diputados ¿Nuevos liderazgos?. Sin mencionar la reacción del ex-funcionario José Vielma Mora, quién rechazó su designación en el Estado Táchira como segundo de lista ¿Preludio a otro salto de talanquera?
A modo de reflexión, hay mucha tela que cortar sobre ambos eventos. La oposición ha demostrado no estar en sintonía con el sentir de la opinión pública. Sus reuniones han sido clandestinas y las sorpresas no han sido agradables. El PSUV, por su parte, ha dejado atrás una estela de candidatos derrotados que no necesariamente han perdido, puesto que pueden representar la generación de relevo que necesita urgentemente ese partido. Independientemente de los cuestionamientos que se le hagan a sus primarias, no podemos dejar de reconocer que las del PSUV – además de la exigencia de unidad a toda costa y el miedo de repetir el panorama de 2005- fueron elemento de presión para que la MUD convocara las suyas en 17 circuitos.
Sólo nos queda esperar a ver qué sucede de aquí al 26 de septiembre. Hay temas no resueltos como los candidatos del PPT, quienes por primera vez en mucho tiempo toman cierto protagonismo en la dinámica electoral, sobre todo en el estado Lara. Aún no sabemos qué sucederá con otros nombres que han surgido como el del general Antonio Rivero, sin mencionar el tema de la candidatura de Enrique Mendoza y la decisión sobre el segundo candidato del circuito 2 de Miranda, una vez descartado Iván Simonovis por la ratificación de su sentencia. Amanecerá y veremos…
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