Llevamos ya tres “Post-electorales” analizando los resultados de los comicios en torno a la relatividad de los triunfos y las derrotas. Éste, más que nunca, se centrará en lo mismo. Hemos tardado un poco en escribir sobre los resultados de las recientes elecciones parlamentarias, en tanto que hemos querido dejar que los partidos y analistas políticos "serios" nos ayuden a entender un poco lo que sucedió.
Esa madrugada del 27 de septiembre, el balcón volvió a dejar al pueblo esperando, el “carómetro”, que se ha vuelto la herramienta principal de análisis político-electoral en nuestro país, indicaba lo contrario a lo que sus oradores de orden declamaban: Ganar con cara de perder, perder con cara de ganar.
“¿En qué país 65 es más que 98?”, dijo Aristóbulo Istúriz, ahora diputado electo por el circuito 1 del Distrito Capital. Sólo se trasmitió el discurso de Istúriz desde el Alba Caracas y corten, vamos a Máster. No hubo el ya acostumbrado discurso rimbombante y triunfalista del líder de la revolución en Miraflores.
Por el lado opositor, en cambio, se veían rostros de satisfacción y triunfo, y discursos que iban por la misma vía: “Perdió el comunismo”, “perdió el centralismo”, “perdió el totalitarismo”, y así iban enumerándose todos los ismos que perdieron según la subjetividad del que estuviera en el micrófono.
Resultados que son y que pudieron ser
La Oposición obtuvo entonces un 53% de votos a nivel nacional (sumando los del PPT) pero sólo 65 curules, una cifra muy por encima de los esperados 50 diputados, y aún más por encima de los 45 que el PSUV pensó que obtendría la MUD. El PSUV entonces vio cómo sus proyecciones de 120 diputados no fueron alcanzadas y tuvieron que conformarse con la mayoría simple, que en algunos casos los pondrá en ventaja, en otras los obligará a negociar, y en no menos casos los obligará a irse por las ramas.
El asunto es que, con métodos favorables al gobierno o no, la AN recuperó su pluralismo, y en aquellas circunscripciones donde la oposición era mayoría, se lograron más o menos equiparar las fuerzas de las circunscripciones que favorecieron al PSUV. La aberración del sistema de elección le dio beneficios y afectó a ambas partes. Aunque habría que hacer notar que, habiendo aplicado el método D’Hont para los cargos nominales, la oposición habría obtenido al menos unos 75 diputados, según un cálculo que nos hizo llegar un lector, lo que aún no significaba la mayoría a pesar de la suma nacional tan reiterada.
Las reacciones que son y las que pudieron ser
Los resultados invitaban a ambos polos a reflexionar sobre su actuación, no sólo sobre la campaña, sino acerca del karma que cada uno viene arrastrando desde que comenzó la Era Chávez en Venezuela. Las preguntas eran sencillas: ¿en qué fallamos?, ¿en qué acertamos? ¿qué podemos hacer para cambiar las fallas?, ¿qué podemos hacer para afianzar los aciertos? Era sencillo, pero de nuevo los partidos obviaron el acto reflexivo y se concentraron en celebrar -algunos con menos ánimos que otros- el triunfo relativo que cada polo aseguró haber obtenido.
Al PSUV y a Chávez (máximo líder, imagen de campaña y principal manejador del carro rojo rojito), se les presentaban dos opciones: radicalizar ciegamente su posición, o reflexionar sobre el camino del proceso. Tal parece que escogieron la primera opción, con todo y el costo político que esa actitud le ha traído al partido de gobierno desde su primera derrota electoral el 2D. Incluso, se han visto amenazas de aprobar leyes y nombramientos que corresponderían al nuevo Parlamento por parte del actual, poniendo en evidencia la desesperación propia de quien es despedido o desalojado.
La oposición todavía tiene ante sí un par de retos: el de retomar el protagonismo desde el Parlamento, y el de trabajar arduamente por lograr la mayoría que sus contrarios han jurado que no volverán a tener. Por otra parte, rlarse del “fracaso” (también relativo) del PPT no es la mejor forma de comenzar a construir esa nueva mayoría, pues la emoción del “triunfo” a veces nos lleva a cometer torpezas. Esperemos que esas torpezas no persistan cuando se asuma el trabajo parlamentario.
Por su parte el PPT, con sus tres diputados electos, tiene el reto más grande de todos: el de mantener el discurso que los llevó allí en el que reivindican el derecho a disentir y a no formar parte de la estructura manipuladora de la polarización. Ciertamente, los resultados de Lara son un duro golpe en sus proyecciones, pero también es cierto que Amazonas no estaba en sus puntos a favor. Deberá el PPT mostrar con hechos, y ya no con eslogans de campaña, que merecen un puesto en el lado contrario al gobierno, y que merecen el apoyo de los mal llamados “ninis”.
Sobre los resultados individuales obtenidos por los partidos, se ve con claridad que AD, UNT y PJ siguen siendo los partidos más representativos de la oposición, pero no quisiéramos ahondar demasiado en este punto, porque nos parece un poco absurdo hablar de números partidistas en unas elecciones cuyas candidaturas estaban “entubadas” en los acuerdos pre-electorales y las primarias celebradas por la MUD.
Estamos seguros de que lo más sencillo para el bien del país, sería que el Gobierno Nacional rectificara su camino en la vía de la inclusión de las minorías y la reducción del lenguaje de confrontación. No queremos que nadie tumbe al Presidente. Lo que queremos -y estamos seguros de que es el clamor de mucha gente- que cada quién (oposición, gobierno y sectores independientes) asuma su papel.
Lamentablemente, hasta ahora ninguno de estos sectores da señales claras de tomar el rumbo que debería ser... De lo que sí estamos seguros en ProMedio, es de que la dinámica parlamentaria será muy entretenida a partir de enero del 2011. Estamos buscando alguien que nos ofrezca una chamba cubriendo el Parlamento, ¿saben de algo? ¡Avísennos!
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