Para el Ministro del Poder Popular para el Trabajo es la panacea de las reivindicaciones laborales.
Para los diputados es la viva expresión del poder obrero.
Para el Presidente es el signo inequívoco de que esta revolución, además de bolivariana, es marxista.
En definitiva, la disminución de la jornada laboral, para el gobierno todo, "es el camino a la eliminación de la explotación del hombre por el hombre". Mucho se ha hablado acerca de lo que significa la aplicación de la medida respecto a días laborables, disposición del tiempo libre y aumento del índice inflacionario, pero poco acerca de si se logra lo que, de palabra, se pretende.
Cuando hablamos de "explotación del hombre por el hombre" nos referimos a la apropiación que hace una persona del valor producido por el trabajo de otra. Es decir, es explotado aquel que no disfruta de la plusvalía producto de su trabajo, aquel cuyo esfuerzo sirve para enriquecer a otro. Siendo así, la reducción de las horas de trabajo apunta, o al menos eso debería, a entregar a cada quien lo que es suyo, a que cada uno tenga acceso al valor agregado que su trabajo produce; pero ¿pasa realmente eso?
Veamos. Un empresario posee una fábrica de pelotas que funciona 24 horas al día. En ella laboran 3 empleados en turnos distintos de 8 horas cada uno. Con la entrada en vigencia de la Reforma, su turno se vería reducido en 2 horas diarias, un beneficio para todos que tendría su clímax social en la reducción del desempleo pues la empresa necesitaría de un cuarto empleado para cubrir las 6 horas vacantes. Hasta aquí, ninguna objeción. Sin embargo surge una pregunta: si no va a aumentar la inflación – tal y como afirma el gobierno – y, por lo tanto, no se puede aumentar el precio de la mercancía, ¿de dónde provendrá el dinero para cubrir el sueldo de un nuevo empleado? La respuesta: de un aumento de la producción; más pelotas al mismo precio.
Ahora bien, tenemos entonces a un empleado que labora menos tiempo, produce más y, si sostenemos la tesis de inflación nula, gana exactamente lo mismo. En términos marxistas: el obrero aumenta su plusvalía pero no tiene acceso a ella. El aumento de capital que él genera, mediante su trabajo, queda en manos del empresario. La consecuencia: un incremento en la explotación.
Medidas como esta son comúnmente adoptadas por empresas en países del mundo donde existe poca o ninguna protección hacia los trabajadores o en aquellos donde la presencia obrera organizada no tiene la fuerza o el conocimiento para impedirlas. Se ha demostrado, en estos escenarios, que el resultado final es una incidencia perjudicial en el bienestar del trabajador pues los compromisos de la empresa hacia ellos sólo se ven disminuidos.
Marx advirtió acerca de estas consecuencias hace más de 150 años. Si bien sus categorías continúan vigentes en tanto son críticas al capitalismo, las acciones a tomar nunca fueron consideradas por él como una receta infalible. Recomendó que sus medidas fueran estudiadas y aplicadas tomando en cuenta la realidad concreta de cada país, en cada época. La lectura incuestionable y rígida de sus principios no resultará jamás en un éxito pues, en sus propias palabras, las condiciones materiales bajo las cuales sus escritos se llevaron a cabo cambiaron en los 10 años siguientes y sólo atribuía a sus documentos –incluyendo el Manifiesto Comunista -el rol de referencia histórica.
Lo anterior no debería extrañarnos; después de todo, esta revolución no parece ser tan marxista.
Guillermo Useche Florez
Para los diputados es la viva expresión del poder obrero.
Para el Presidente es el signo inequívoco de que esta revolución, además de bolivariana, es marxista.
En definitiva, la disminución de la jornada laboral, para el gobierno todo, "es el camino a la eliminación de la explotación del hombre por el hombre". Mucho se ha hablado acerca de lo que significa la aplicación de la medida respecto a días laborables, disposición del tiempo libre y aumento del índice inflacionario, pero poco acerca de si se logra lo que, de palabra, se pretende.
Cuando hablamos de "explotación del hombre por el hombre" nos referimos a la apropiación que hace una persona del valor producido por el trabajo de otra. Es decir, es explotado aquel que no disfruta de la plusvalía producto de su trabajo, aquel cuyo esfuerzo sirve para enriquecer a otro. Siendo así, la reducción de las horas de trabajo apunta, o al menos eso debería, a entregar a cada quien lo que es suyo, a que cada uno tenga acceso al valor agregado que su trabajo produce; pero ¿pasa realmente eso?
Veamos. Un empresario posee una fábrica de pelotas que funciona 24 horas al día. En ella laboran 3 empleados en turnos distintos de 8 horas cada uno. Con la entrada en vigencia de la Reforma, su turno se vería reducido en 2 horas diarias, un beneficio para todos que tendría su clímax social en la reducción del desempleo pues la empresa necesitaría de un cuarto empleado para cubrir las 6 horas vacantes. Hasta aquí, ninguna objeción. Sin embargo surge una pregunta: si no va a aumentar la inflación – tal y como afirma el gobierno – y, por lo tanto, no se puede aumentar el precio de la mercancía, ¿de dónde provendrá el dinero para cubrir el sueldo de un nuevo empleado? La respuesta: de un aumento de la producción; más pelotas al mismo precio.
Ahora bien, tenemos entonces a un empleado que labora menos tiempo, produce más y, si sostenemos la tesis de inflación nula, gana exactamente lo mismo. En términos marxistas: el obrero aumenta su plusvalía pero no tiene acceso a ella. El aumento de capital que él genera, mediante su trabajo, queda en manos del empresario. La consecuencia: un incremento en la explotación.
Medidas como esta son comúnmente adoptadas por empresas en países del mundo donde existe poca o ninguna protección hacia los trabajadores o en aquellos donde la presencia obrera organizada no tiene la fuerza o el conocimiento para impedirlas. Se ha demostrado, en estos escenarios, que el resultado final es una incidencia perjudicial en el bienestar del trabajador pues los compromisos de la empresa hacia ellos sólo se ven disminuidos.
Marx advirtió acerca de estas consecuencias hace más de 150 años. Si bien sus categorías continúan vigentes en tanto son críticas al capitalismo, las acciones a tomar nunca fueron consideradas por él como una receta infalible. Recomendó que sus medidas fueran estudiadas y aplicadas tomando en cuenta la realidad concreta de cada país, en cada época. La lectura incuestionable y rígida de sus principios no resultará jamás en un éxito pues, en sus propias palabras, las condiciones materiales bajo las cuales sus escritos se llevaron a cabo cambiaron en los 10 años siguientes y sólo atribuía a sus documentos –incluyendo el Manifiesto Comunista -el rol de referencia histórica.
Lo anterior no debería extrañarnos; después de todo, esta revolución no parece ser tan marxista.
Guillermo Useche Florez
1 comentario:
Estimado Guillermo, evidentemente la disminución de la hora de trabajo es una manipulación; de hecho, no es necesario que dicha propuesta laboral sea incluida en una constitución, pues con la promulgación de una ley o un decreto presidencial es más que suficiente para llevar a cabo dicha reducción. Lo que intenta el gobierno es convertir al proyecto de reforma en un paquete más atractivo; mucha gente, llevada por la pasión, puede votar SÍ porque le trae ciertos beneficios, es decir, muchos sopesarían las cosas buenas y malas, y terminarían dando el SÍ, simplemente, porque se sienten, de algún modo, beneficiados.
Por otro lado, el aumento de la producción no solamente llevaría a un aumento en la explotación, sino, también, (claro está suponiendo que sea el caso de que la cosa funcione como el gobierno dice) terminaría por aniquilar al pequeño empresario, pues éste se advertiría imposibilitado a realizar una ampliación en su nómina. Así que, como sucede en los regímenes neoliberales, el pez grande se termina comiendo al pequeño. ¿Puede haber algo más capitalista que esto?
Todo lo anterior sin contar que el tiempo libre debe ser utilizado en labor social, es decir, vamos a ser más explotados como bien lo afirmas tú y, como paga, el gobierno nos va a obligar a trabajar de gratis para él. Tremendo beneficio, ser más explotado para que en el tiempo libre el gobierno nos esclavice.
Saludos
Wolram
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